Arturo Damm Arnal

De los empresarios (1/2)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mucha gente, entre ellos muchos políticos, no termina de entender la importancia de los empresarios y de la función empresarial para el progreso económico, definido como la capacidad para producir más (dimensión cuantitativa), y mejores (dimensión cualitativa), bienes y servicios para un mayor número de gente (dimensión social).

¿De qué depende esa capacidad? De las inversiones directas que son las que se destinan a producir bienes y servicios; a crear empleos, puesto que para producir alguien tiene que trabajar; a generar ingresos, puesto que a quien trabaja se le paga por hacerlo; empleos e ingresos de los que depende, en buena medida, el bienestar de las personas.

¿De quién depende esa capacidad? De los empresarios, quienes llevan a cabo las inversiones directas, de las que dependen producción, empleos, ingresos y bienestar, producción que es la variable con la que se mide el crecimiento de la economía, bienestar que es la variable con la que debe calificarse el desempeño (que no es solo crecimiento), de la economía.

Otra pregunta, no menos importante que las anteriores, es ¿de qué dependen las decisiones de los empresarios para invertir directamente? De la competitividad del país, definida como la capacidad para atraer, retener y multiplicar inversiones directas, competitividad que depende de variables que van, desde la infraestructura de comunicaciones y transportes, pasando por el marco jurídico de la economía, hasta el cobro de impuestos.

Atraer inversiones directas: que los empresarios decidan invertir directamente en el país. Retenerlas: que los capitales invertidos directamente en el país se queden invertidos directamente en el país. Multiplicarlas: que las utilidades generadas por las inversiones directas se reinviertan directamente en el país. Atraer, retener, multiplicar. Todo un reto.

Si el progreso económico consiste en la capacidad para producir más y mejores bienes y servicios para un mayor número de gente, y esa capacidad es la capacidad empresarial, el empresario es la causa eficiente de dicho progreso, empresario que debe ser el privado, no el gubernamental, suponiendo que realmente exista el empresario gubernamental: las empresas del gobierno no tienen empresarios, tienen administradores, y entre el empresario al frente de una empresa privada, y el administrador de una empresa gubernamental, hay una diferencia esencial, que tiene que ver con la propiedad de los medios de producción y, no menos importante, con el afán de lucro y el objetivo de maximizar utilidades.

Menospreciar al empresario, considerándolo en el mejor de los casos como un mal necesario, y obstaculizar o eliminar la función empresarial, resulta en un menor progreso económico, precisamente lo que está pasando en México con la 4T.

Continuará.