Arturo Damm Arnal

¿Proteccionismo o libre comercio?

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Estaba en clase, explicándole a los alumnos la diferencia entre el libre comercio y el proteccionismo, apuntando que hay libre comercio en los países en los cuales son los consumidores quienes, comprando y dejando de comprar, determinan la composición (el qué), y el monto (el cuánto), de las importaciones, de tal manera que se importa lo que los consumidores compran, en las cantidades que compran, todo ello sin ninguna intervención gubernamental, habiendo proteccionismo en los países en los cuales el gobierno, de una u otra manera (prohibiendo importaciones, cobrando aranceles, imponiendo cuotas), y en mayor o menor medida, determina qué se importa y en qué cantidades, y qué no se importa, proteccionismo que, tal y como su nombre lo indica, protege a los productores nacionales de la competencia de las importaciones.

Llegados a este punto les pregunté quiénes estaban a favor del proteccionismo, y la mayoría dijo estar a favor, como por lo general sucede cuando uno hace esta pregunta. El proteccionismo, de bote pronto, tiene aceptación.

Después de que algunos expusieron sus razones a favor del proteccionismo, algunas de ellas, como por lo general sucede, relacionadas con la protección del empleo de los trabajadores mexicanos, les pregunté si creían que el gobierno tiene el derecho de prohibirles comprar lo que les dé la gana, producto nacional o importado, a quien les dé la gana, oferente nacional o extranjero, en donde les dé la gana, en México o en cualquier otro país. La mayoría respondió que no, que no le reconocen al gobierno ese derecho (que en realidad no es derecho sino sólo poder), que viola la libertad individual para comprar lo que nos dé la gana, producto nacional o importado, a quien nos dé la gana, oferente nacional o extranjero, en donde nos dé la gana, en México o en cualquier otro país.

La conclusión es lógica: si no se le reconoce al gobierno el “derecho” para prohibirnos comprar lo que nos dé la gana, producto nacional o importado, a quien nos dé la gana, oferente nacional o extranjero, en donde nos dé la gana, en México o en cualquier otro país, entonces no debe estarse a favor del proteccionismo que, al prohibir las importaciones, nos prohíbe comprar lo que nos dé la gana, producto nacional o importado, a quien nos dé la gana, oferente nacional o extranjero, en donde nos dé la gana, en México o en cualquier otro país, sin olvidar las dos ventajas que traen consigo las importaciones: mayor y mejor oferta de bienes, en beneficio de los consumidores, y más competencia, que obliga a los productores nacionales a volverse más competitivos, capaces de ofrecer a menor precio y/o mayor calidad y/o mejor servicio, en beneficio de los consumidores.

¿Proteccionismo o libre comercio?