Arturo Damm Arnal

La reforma, primer comentario

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
Arturo Damm Arnal
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Ya sabemos qué es lo que pretende la 4T en materia de pensiones. No es la expropiación de los fondos para el retiro, ni pasar del sistema contributivo (en el cual cada quien, con la participación de patrones y gobierno, aporta para su retiro a su cuenta individual) al sistema de reparto (en el cual cada quien aporta, a una cuenta colectiva, para el retiro de alguien más), sino, y cito del comunicado de la Asociación Mexicana de Afores, “permitir que más trabajadores alcancen una pensión mínima garantizada y mejor nivel de la misma”.

Como lo señala el comunicado del Consejo Coordinador Empresarial, entre los objetivos de la reforma está el poder “contar con una garantía de ingresos en vejez por arriba de la línea de bienestar”. ¿Alguien, en su sano juicio, puede estar en contra de estos fines? No. Las dudas, que no son pocas, surgen en torno a los medios.

La parte fundamental de la reforma al sistema de pensiones es el aumento en las aportaciones que, de aprobarse, pasarán del 6.5 por ciento del salario del trabajador al 15.0 por ciento, aumento de 8.5 puntos porcentuales, equivalentes al 130.8 por ciento. Este porcentaje nos da una idea de lo ambicioso de la reforma.

Actualmente, de los 6.5 puntos porcentuales, los patrones aportan 5.15 puntos (el 79.2 por ciento), los trabajadores 1.125 (el 17.3 por ciento) y el gobierno 0.225 (el 3.5 por ciento). De aprobarse la reforma el 6.5 por ciento aumentaría a 15.0: los patrones aportarían 13.87 puntos porcentuales (el 92.5 por ciento), los trabajadores los mismos 1.125 (el 7.5 por ciento) y el gobierno los mismos 0.225 (el 1.5 por ciento).

De aprobarse la reforma la aportación de los patrones pasaría de 5.15 puntos a 13.87, un aumento de 8.72 puntos, equivalentes al 169.3 por ciento, y su participación en la misma aumentaría de 79.2 a 92.5 por ciento. La aportación de los trabajadores quedaría igual, en 1.125 puntos porcentuales, y su participación en el total bajaría de 17.3 a 7.5 por ciento. Por su parte la aportación del gobierno también quedaría igual, en 0.225 puntos porcentuales, y su participación en el total bajaría de 3.5 a 1.5 por ciento.

¿A quién se le cargan las tintas? A los patrones quienes, de aprobarse la reforma, tendrán un plazo “de gracia” de ocho años, a lo largo de los cuales se iría aumentando su participación, desde los 5.15 puntos porcentuales actuales, hasta los 13.87 propuestos en la reforma, lo cual inevitablemente plantea esta pregunta: ¿qué efecto tendrá ello sobre la creación de empleos formales? ¿La desincentivará, incentivando la informalidad?

Para terminar cito a Everardo Elizondo: “En lo fundamental, la reforma propuesta del sistema de pensiones significa el aumento (gradual) de un impuesto sobre la nómina”. Y eso es lo malo: grava la creación de empleos formales.