Arturo Damm Arnal
Volviendo a la normalidad (IV)
PESOS Y CONTRAPESOS
El viernes pasado el Inegi publicó la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto para el tercer trimestre del año (la cifra definitiva la conoceremos el 26 de noviembre) y estos son los dos datos más importantes.
En términos anuales, comparando el tercer trimestre de este año con el tercero del año anterior, la producción de bienes y servicios para el consumo final, que eso es el Producto Interno Bruto, el PIB, decreció 8.6 por ciento. En términos trimestrales, comparando el tercer trimestre con el segundo, el PIB creció 12 por ciento, cifra muy elevada, pero “engañosa”.
En términos trimestrales, durante el primer trimestre del año, antes del cierre parcial de la economía, que estuvo vigente de abril a mayo, el PIB decreció 1.2 por ciento. A lo largo del segundo trimestre, con el cierre parcial de la economía en abril y mayo, el PIB decreció 17.1 por ciento. Durante el tercer trimestre, ya con la reapertura de la economía en marcha (misma que se inició en junio, durante el segundo trimestre), el PIB creció 12 por ciento, consecuencia, no de más inversiones directas, que son las que producen bienes y servicios, sino de la reapertura de la economía, que estuvo parcialmente cerrada entre abril y mayo, con el impacto negativo que ello tuvo sobre la producción de bienes y servicios.
El 12 por ciento de crecimiento del PIB durante el tercer trimestre del año fue real, pero (I) no fue producto de nuevas inversiones directas sino de la reapertura de la economía, y (II) de ninguna manera se mantendrá en el cuarto trimestre, meses en los cuales las cosas tenderán a la normalidad, que para la economía mexicana, sobre todo en materia de crecimiento, han sido mediocres. En 2016, 2017 y 2018 el crecimiento promedio trimestral de la economía mexicana fue 0.78, 0.43 y 0.28 por ciento, 0.50 promedio para los tres años.
En términos anuales sumamos ya seis trimestres, del segundo de 2019 al tercero de 2020, de crecimiento negativo: 1.1, 0.4, 0.7, 1.3, 18.7 y 8.6 por ciento, los tres primeros consecuencia del Efecto 4T, los tres últimos resultado de la combinación del Efecto 4T con el Efecto Coronavirus, seis meses de recesión a los cuales les faltan, por lo menos, dos más, el cuarto de 2020 y el primero de 2021, para los cuales se proyecta un crecimiento de menos 7.96 y menos 3.61 por ciento (Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado: Septiembre de 2020).
El principal problema que enfrentamos es que, una vez superado el Efecto Coronavirus, el Efecto 4T, que hasta el momento abarca desde la cancelación de la construcción del NAICM hasta la intención de acabar con las empresas de outsourcing, y que ha golpeado la confianza de los empresarios, va a seguir allí, y así no se va a poder.
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