Arturo Vieyra

La inflación asoma su rostro

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
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Aparentemente, el reciente desempeño de la inflación en México es un problema menor en el entorno actual de grandes preocupaciones en temas de salud y crecimiento económico. Cifras del Inegi muestran que al término del año pasado el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) terminó con un crecimiento de sólo 3.15% anual, que resulta una de las tres tasas de inflación más bajas desde que se tiene registro de los precios al consumidor. Además, termina el 2020 casi en línea con el objetivo puntual de Banxico de 3.0%, lo que da pie al banco central a continuar con su política de relajamiento monetario y apoyar así al crecimiento económico.

No obstante, una evaluación más detallada del comportamiento de los precios al consumidor muestra algunos comportamientos que encienden algunas alertas y merecen considerarse. En primer lugar, es muy probable que la inflación general haya comenzado de nueva cuenta una trayectoria ascendente, como lo marca el avance 3.33% anual del INPC en la primera mitad de enero. Si bien la cifra no es contundente, viene en línea con la expectativa de los analistas de un repunte para los siguientes meses.

En segundo término, vale recordar que en la estructura del INPC existen dos grandes subíndices, el subyacente, que cubre tres cuartas partes del total de productos y genéricos y es el indicador que da una mejor idea de la trayectoria de la inflación en el mediano plazo. Para este subíndice, las noticias no son tan buenas, su crecimiento anual se ubica en 3.8% anual, arriba de la inflación general. A su interior, sus dos componentes principales tienen comportamientos encontrados. Por un lado, crecen muy fuerte los precios de las mercancías, especialmente los alimentos, 6.4% (que se han incrementado principalmente por una mayor demanda) y, por otro lado, los precios de los servicios que apenas alcanzan un avance poco mayor al 2%. Esto quiere decir que, hacia adelante, si la economía se recupera, los precios de los servicios (restaurantes, hoteles, turismo, etc.) se van a acelerar, y si se mantiene el crecimiento alto de los precios de los alimentos, las presiones sobre la inflación podrían acrecentarse.

El segundo subíndice del INPC, el no subyacente, es el promotor de la menor inflación, la contención de los precios de la gasolina y la electricidad y los menores precios agropecuarios han impulsado un menor avance de la inflación general. Actualmente el indicador no subyacente muestra un avance anual de sólo 2.4%. Empero, si bien no se espera un avance mayor de la gasolina en este año mayor al 3.5% (por el compromiso gubernamental de mantener su nivel en términos reales), los precios agrícolas si tienen amplias posibilidades de incrementarse. Asimismo, el precio del gas LP es también un detonante de mayor inflación, pues su comportamiento actual y su perspectiva son al alza.

En general, si bien no hay razones de peso para suponer que la inflación va a desbordarse en este año —cuando la demanda interna continuará deprimida—, sí existen elementos a vigilar que son muy importantes en una expectativa donde la inflación mostrará un ligero aumento en los próximos meses.