Arturo Vieyra

La inflación genera daños mayores

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En marzo, los resultados de la inflación en México y en Estados Unidos fueron otra vez decepcionantes. En nuestro país se alcanzó una tasa anual de 7.45%, escalando desde el 7.28% en febrero. En Estados Unidos, sorprendentemente es mayor creciendo 8.54%. En México ha habido una menor inflación, debido principalmente a la contención de los precios de la gasolina y el tope al precio del gas LP.

La mayor inflación en nuestros días es un fenómeno mundial y no visto desde hace décadas. En Estados Unidos es la mayor inflación desde los años ochenta y en México en 21 años. Los precios internacionales de los insumos -especialmente alimentos y energía-, los rompimientos en las cadenas de suministro, el alto costo de los fletes y el constante ajuste de las expectativas al alza son las causas principales del actual fenómeno mundial.

En México, los dos grandes componentes del INPC presentan crecimientos preocupantes. En particular, la dinámica del subíndice subyacente (75% del INPC) ya acumula dieciséis meses ininterrumpidos al alza y siete meses batiendo récords de dos décadas. En específico, el registro para marzo fue de 6.78% y se compara con el valor de 6.59% en febrero y 6.21% en enero. En paralelo, el subíndice no subyacente presenta un alto crecimiento de 9.45% que refleja las presiones de los precios agropecuarios y de los energéticos.

Un elemento muy preocupante que está afectando negativamente los estratos de más bajo ingreso de la población es la dinámica más acelerada de los precios de los alimentos. Si se considera el índice de alimentos que incluye tanto a los alimentos procesados como los agropecuarios, los malos resultados de la inflación son más preocupantes.

En efecto, mientras que el INPC general avanza a la referida tasa anual en marzo de 7.45%, los precios de los alimentos tienen un incremento sensiblemente mayor de 12.76%. A su interior se aprecian crecimientos similares para productos básicos como la tortilla, el pan, carnes, pescados y mariscos, leche y huevo, incluso, los precios de frutas y hortalizas han avanzado 19% respecto a hace un año.

Este efecto es aún más dramático si consideramos que, a partir de la información proporcionada de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto 2020, podemos clasificar como población de bajos ingresos al 60% de la población (que recibe un ingreso promedio de 8,339 pesos mensuales por hogar), y destina el 41% de su gasto a la compra de alimentos; como contraparte, el estrato alto, 10% de la población que sólo destina el 20% del gasto en alimentos, con un ingreso promedio de 54,427 pesos mensuales.

Esta asimetría en la distribución del ingreso y en la proporción del gasto en alimentos implica, frente al mayor crecimiento de los precios de los alimentos, un deterioro mayor en los estratos de menor ingreso, es decir, la mayor inflación afecta más a los sectores más vulnerables de la población. Con ello, a pesar de que el salario real muestra resistencia frente a la mayor inflación, si implica una reorientación del gasto con mayor peso hacia los alimentos, disminuyendo en consecuencia, el gasto en otros rubros, restando fuerza al crecimiento de la demanda y al crecimiento. La lucha contra la inflación es una prioridad no sólo para los equilibrios macroeconómicos, sino también para frenar la mala distribución del ingreso.