Arturo Vieyra

Pobreza: el saldo de la crisis

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mucha polémica y juicios atrevidos han desatado la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) y las cifras de pobreza del Coneval. No queda duda sobre el pesimismo que generan las cifras de ambas fuentes, la pérdida del ingreso en el 90% de la población y un aumento significativo de la pobreza son los resultados que destacan en la estadística.

Una evaluación objetiva de las cifras en cuestión requiere necesariamente ubicarlas en el contexto de la enorme crisis económica y de salud que vivimos el año pasado, cuyo impacto sobre los niveles de bienestar fue muy acentuado no sólo en México sino en todo el mundo. Bajo este contexto es difícil pensar que los resultados pudieran haber tenido un tono positivo.

La caída significativa del producto de -8.5% el año pasado generó de acuerdo con la ENIGH, una pérdida de ingresos en casi todos los estratos sociales (-5.8% real en el promedio nacional), sólo el primer decil (el 10% de la población con menor ingreso) registró un incremento moderado (1.3%) en su ingreso corriente, en tanto que el restante 90% de la población registró una pérdida de sus ingresos, incluso, el que mayor pérdida sufrió fue el decil décimo (-9.2%), que es el que tiene mayor nivel de ingreso.

En términos de pobreza los resultados fueron también negativos. De acuerdo con cifras del Coneval, durante el año pasado la población en pobreza multidimensional se incrementó respecto al 2018 en 3.8 millones de personas, pasó de 51.9 a 55.7 millones, y la población en pobreza extrema se incrementó en 2.1 millones aumentó de 8.7 a 10.8 millones.

Vale la pena mencionar que las transferencias sociales (programas del gobierno) coadyuvaron a contener el aumento de la pobreza. Según el Coneval, estos recursos evitaron que 2.5 millones de personas cayeran en la pobreza, e incluso, que dos millones de personas se convirtieran en pobres extremos. En este punto la política social ha sido criticada pues los estratos con ingresos más altos fueron los que tuvieron un crecimiento mucho mayor de las transferencias sociales, en tanto que los de menores ingresos tuvieron un menor crecimiento. Si bien se entiende que la política gubernamental tiene como objetivo convertir la ayuda social en un derecho universal, también es cierto que los recursos deben focalizarse hacia los estratos de menores ingresos.

Aunque no fue por las mejores razones —sino por una caída de los ingresos en los estratos de ingresos altos— la desigualdad disminuyó ligeramente en 2020, pero sigue siendo alarmante. El ingreso de los hogares más ricos es todavía 16 veces mayor al estrato de menor ingreso de la población, cuando en 2018 era 18 veces mayor. En términos económicos esto se reflejó en una ligera disminución del Coeficiente de Gini que pasó de 0.48 en 2018 a 0.47 en 2020.

Utilizar las cifras de la ENIGH y Coneval para realizar un ajuste de cuentas a la actual administración es desproporcionado a la luz de la enorme magnitud del daño que provocaron la crisis económica y de salud el año pasado; sin embargo, es innegable que el deterioro social derivado de la crisis presenta amplias ventanas de oportunidad para las autoridades a fin de subsanar cuanto antes el deterioro social, al mismo tiempo que exige una mejor y más eficiente administración de los recursos públicos.