Arturo Vieyra

Producción y empleo: Asimetrías en la reactivación

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
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Cifras recientes de la actividad productiva dan cuenta del proceso de recuperación económica en el tercer trimestre que, incluso, ha resultado moderadamente mejor a las expectativas de los analistas.

En paralelo, a pesar de que la estadística del mercado laboral también ha mostrado recuperación, los resultados son insuficientes denotando principalmente mayores niveles de deterioro en la calidad y cantidad de los puestos de trabajo.

En efecto, la recuperación de la economía ya es evidente a través de diversos indicadores como las ventas al menudeo, exportaciones, importaciones y producción que, incluso, de acuerdo con recientes cifras del nuevo Indicador Oportuno de Actividad Económica, apuntan a que el PIB podría haber crecido en el tercer trimestre entre 10% y 12% respecto al segundo trimestre, después de haber caído -17% en éste último.

Si bien, esta recuperación está liderada principalmente por la demanda externa, también hay evidencia de recuperación del consumo, pero a un ritmo menor. La falta de inversión productiva sigue siendo por desventura el talón de Aquiles de nuestra economía.

Otro elemento de preocupación es la recuperación lenta y con poca calidad del mercado laboral. Si tomamos la información de septiembre de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, se tiene que hasta ese mes la pérdida de empleos por la crisis es todavía considerable, pues respecto a marzo —mes previo a la crisis—, todavía hay 4.7 millones de personas que no logran recuperar sus puestos de trabajo (en abril la pérdida ascendía a 12.2 millones); de los cuales, 1.5 millones son personas que si bien tienen empleo se consideran “ausentes temporales” que no han podido regresar a sus labores.

En paralelo, los niveles de subocupación (personas que trabajan un número insuficiente de horas y que están dispuestas a trabajar más) siguen siendo muy altos y equivalentes a 15.7% de la población ocupada, antes de la crisis la tasa de subocupación ascendía a 8%, es decir, casi la mitad.

Bajo estas circunstancias, los niveles de informalidad se acrecientan, pues aunque la tasa de informalidad es de 55%, semejante a los niveles previos a la crisis, sólo una décima parte de los empleos creados durante la recuperación económica se ubican en el sector formal. En su mayoría han regresado a trabajar las personas que se ubican en la informalidad y en los estratos salariales más bajos.

Un contrapeso importante ha sido el mantener la estabilidad macroeconómica, especialmente la contención de la inflación, que a su vez ha permitido el crecimiento de los salarios reales. Desafortunadamente ello no ha sido suficiente, pues la pérdida de empleos es mayor a la ganancia salarial, lo que provoca una contracción del poder de compra de los trabajadores en su conjunto, lo que a su vez disminuye el ritmo de crecimiento del consumo y de la economía en general.

Las condiciones laborales se han deteriorado considerablemente por efecto de la crisis, recuperar la calidad y cantidad de empleos será un proceso mucho más largo que lo que tomará la recuperación económica. Una solución viable radica en agilizar la inversión —pública y privada— a la brevedad.