Bernardo Bolaños

Estudios socioterritoriales

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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¿Para qué ir a la universidad? Para adquirir una profesión y ganarse la vida. Para escapar de la dictadura de la familia que te impone trabajar en el negocio de los parientes. Para transformar el mundo. Cada joven tiene sus motivos. ¿Y para qué sirve ser licenciado en estudios socioterritoriales? Para elaborar mapas complejos; para ser mediador en arreglos ambiciosos que involucren al gobierno, a la sociedad civil y a la iniciativa privada; para comprender que la democracia es cultura y está localizada. Sirve para formar científicos sociales, listos para ser profesionistas, funcionarios, ciudadanos en esta era llamada Antropoceno.

Escribo tras hojear el Diccionario sobre temas socioterritoriales publicado por la UAM-Cuajimalpa y coordinado por el urbanista Salomón González Arellano, la experta en gobernanza Miriam Alfie Cohen y el sociólogo Jorge Galindo (ilustraciones de Nora Morales Zaragoza). El libro conmemora el décimo aniversario de la licenciatura en estudios socioterritoriales en el campus de la UAM ubicado en Santa Fe, Ciudad de México.

Esta carrera busca la excelencia académica, pero no a través del camino fácil de atraer solamente a estudiantes de clase media que ya hablan inglés y tienen promedios y escritura avanzados. Como otras licenciaturas de la UAM, está abierta a distintas clases sociales. Tampoco busca repartir títulos en masa a quienes se hayan paseado por las aulas, sin satisfacer el plan de estudios; sí o sí hay que adquirir las habilidades de un científico social y de un técnico en sistemas de información geográfica.

No soy profesor en esta licenciatura, puedo hablar con cierta imparcialidad. Admiro la decisión con la cual un grupo de pioneros decidió aterrizar las ciencias sociales e imponerse el deber de hacer investigaciones situadas, sensibles a cada lugar y contexto. Al mismo tiempo, los fundadores nunca fueron los dueños del Departamento de Ciencias Sociales; los concursos de oposición en la UAM dan sorpresas, pues están organizados por profesores que no se conocen entre sí, provenientes de Iztapalapa, Xochimilco, Azcapotzalco, Lerma y Cuajimalpa. Gracias a mecanismos de selección abiertos, se integran a la universidad profesores “solovinos” que se ganan la inclusión como vencedores de verdaderos torneos intelectuales. Ahí está el filósofo Enrique Gallegos, hablándole a los jóvenes de Michel Foucault, de Walter Benjamin, del “flâneur” distinto del peatón y del paseante bucólico. Se rompe así la rigidez de la planeación centralizada que parte de la premisa de que todo lo puede controlar el rector de la universidad.

El Diccionario nos enseña que la gobernanza es participación horizontal, es gestión abierta a la complejidad social, es ecosistema más que pirámide burocrática. Eso se enseña y se practica en este programa de estudios que está hecho para usted, estimado lector, y para sus hijos. Frente a la actual crisis del globalismo, no basta con consumir local, hay que pensar profundamente la sociedad y el territorio.