Sin justicia para Alexis

BAJO SOSPECHA

BIBIANA BELSASSO
BIBIANA BELSASSO
Por:
  • Bibiana Belsasso

Ha pasado un año desde que  Raúl Alexis Yael Torres Castillo fue asesinado porque un presunto delincuente, su vecino desde hace casi 20 años, lo usó de escudo humano cuando intentaron asesinarlo.

Alexis tenía 22 años y era un estudiante de la FES Aragón, con una sólida vida familiar y formación religiosa, que vivía en la colonia Morelos, muy cerca de Tepito. Un lugar donde la droga y la delincuencia son las que imponen las normas.

El joven le había hecho una promesa a su familia: estudiar y convertirse en abogado. Sólo así tendría los recursos para que sus hermanos no crecieran en esa vecindad.

Al enterarme de esta historia, justo hace un año, acudí al lugar exacto donde Alexis fue asesinado; hasta ese momento, ninguna autoridad capitalina había acudido.

Platiqué con su madre, quien estaba desolada, una tristeza que yo jamás había visto en los ojos de alguien.

Me contó lo sucedido…

“Nosotros veníamos de casa de mi suegra, de celebrar un cumpleaños de una sobrina, sus 12 años; nada más fue una reunión familiar, un pastelito, equis, y mi hijo iba a estudiar para un examen, entonces tenía prisa y nos dice: ‘mamá, papá, tengo mucha prisa, hay que irnos más temprano’. Iban a dar las 11 exactamente cuando tomamos el taxi y llegamos a la casa todos juntos”.

Cuando Alexis se baja del coche, entra a la vecindad y en la entrada estaba un vecino.

“Mi hijo cuando va cruzando esta área, Néstor (el vecino) le grita: ‘¡güero, güero!’ y mi hijo sigue caminando y le dice: ‘¿Qué pasó, Néstor?’, ‘¿Qué crees? Que tuve un problema’, nosotros escuchamos eso, seguimos caminando, veníamos con mis dos niños chiquitos; tengo un niño de once y una niña de nueve. Mi hijo ya estaba por allá, con Néstor, (cuando) entra un tipo, los empareja, se oye que el sujeto le grita unas palabras: ‘¡Néstor…’, Néstor voltea y el tipo empieza a disparar, vacía la pistola sobre ellos y mi hijo cae desplomado”.

El padre de Alexis continúa contando los hechos: “cuando empezó a disparar, empezó a cubrirse y mi hijo, pues no supo ni qué, le dispararon, o sea, él recibió la mayoría de las balas”.

Raúl Alexis Yael (en la imagen, con una amiga) cursaba el cuarto semestre de la licenciatura en derecho en la FES Aragón de la UNAM y tenía 23 años de edad cuando fue asesinado enfrente de sus padres el 29 de mayo de 2019. A más de un año de los hechos no hay detenidos.
Raúl Alexis Yael (en la imagen, con una amiga) cursaba el cuarto semestre de la licenciatura en derecho en la FES Aragón de la UNAM y tenía 23 años de edad cuando fue asesinado enfrente de sus padres el 29 de mayo de 2019. A más de un año de los hechos no hay detenidos.Foto: Especial

Había más de 10 testigos, porque al escuchar las detonaciones y los gritos, muchos se asomaron; confirman que Néstor vio quién disparó y sabe quién iba tras él.

Continúa platicando la mamá de Alexis: “Néstor sí captó que venían por él, vio que sacó la pistola y Néstor inmediatamente se empieza a esconder detrás de mi hijo; mi hijo nada más alcanzó a girar, y el tipo al disparar a mi hijo, le entra una bala en el ojo. Cae desplomado.

Los padres, tíos, hermanos, vecinos, al igual que sus compañeros y maestros de la FES Aragón, aseguran que Alexis era un joven muy tranquilo, dedicado a sus estudios. También le gustaba la música cristiana; seguido iba a la iglesia e incluso quería ser pastor.

Éstas son las palabras de su madre y su padre: “era un chico sin vicios, era sano en toda la expresión de la palabra; todo era sano, no tomaba, no fumaba, no se desvelaba, no era parrandero, no tenía malas amistades, o sea, él era una persona dedicada a Dios, a la iglesia y a sus padres, su familia.

“Él no se juntaba aquí, él no tenía amistades en sí de aquí, él se reunía con chicos de la universidad o de la iglesia”.

El propio Néstor le reconoció a la madre de Alexis que las balas no eran para su hijo:

“De hecho, también hay otra situación: cuando acababa de pasar, en escasos segundos, un chico de los que también estaban ahí con Néstor corrió y ahí, yo estando con el cuerpo de mi hijo, me gritó: ‘¡Señora, señora, lo siento mucho, tuvimos un problema acá a la vuelta y estas balas eran para Néstor, no eran para su hijo, no eran para su hijo, lo siento mucho!’. Eso lo oyeron todos, porque toda la gente ya había salido a los balcones, todo estaba lleno y el muchacho se salió corriendo, o sea, todavía él, lo que gritó hizo que todos nos testificáramos que el problema era de Néstor y que Néstor sabe quién fue el que lo atacó y con quién tuvo el problema”.

A Néstor le rozaron dos balas, estuvo solamente un par de días en el hospital. La familia de Alexis, el día de los hechos, tuvo que pasar horas para declarar sobre el caso; a Néstor lo dejaron salir del hospital sin que diera su versión de los hechos.

Ha pasado un año de este terrible asesinato. Las investigaciones nunca concluyeron, las que sí llegaron fueron las amenazas a la familia.

Alexis fue asesinado por sujetos metidos en el narcomenudeo, en un ajuste de cuentas por venta de droga. Su pecado: haber estado en el lugar donde sería asesinado su vecino por ajuste de cuentas.

Miles de adolescentes en México sufren la misma desgracia que Alexis. Miles de familias hoy lloran a sus hijos y la justicia nunca llega. Los asesinos se sienten impunes, por eso continúan realizando estos actos de tanta bajeza, que no sólo truncan vidas, sino que matan en vida a todas sus familias.

Estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) detallan que de enero a septiembre de 2019 fueron ejecutados 796 niñas, niños y adolescentes en el país; 653 de género masculino y 143 de género femenino. De esas cifras, Guanajuato, Estado de México y Chihuahua encabezan la lista, con 98, 87 y 60, respectivamente. Ocho de cada 10 fueron con arma de fuego.

La justicia nunca llegó para Alexis, como tampoco reivindica la muerte de tantos jóvenes que pierden la vida en nuestro país.

El mayor daño es que los delincuentes se sienten impunes y esa, desgraciadamente, es la constante en nuestro México.