Bibiana Belsasso

Las mujeres del Vaticano

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bibiana Belsasso 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En las altas esferas de la Iglesia católica, pensar en que mujeres pudieran participar en algún cargo importante, era impensable.

Apenas en enero, el papa Francisco cambió el derecho canónico para permitir que las católicas puedan leer durante las misas la palabra de Dios, ayudar en el altar y distribuir la comunión, aunque estas actividades ya las realizaban desde hace años en muchos países, Francisco lo institucionalizó para impedir que los obispos más conservadores prohibieran que las mujeres de sus diócesis desempeñen estas funciones.

Recientemente, Jorge Mario Bergoglio ha realizado nombramientos importantes de mujeres en puestos estratégicos de la Iglesia católica, y tiene que ver con la equidad de género, en una institución que no ha sido justa con las mujeres.

El papa Francisco designó a una mujer para uno de los cargos más importantes. Se trata de la monja italiana Raffaella Petrini, quien ahora estará al frente de la Secretaría General de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano.

El Vaticano es un territorio independiente, el cual tiene unos 600 habitantes y unos dos mil empleados, y el trabajo de Petrini es básicamente como el de una vicealcaldesa, deberá coordinar a la policía, los bomberos, los servicios de salud y estar pendiente de la organización de los museos, la joya de la corona de los ingresos del Estado.

Esta monja nació en Roma en 1969, es politóloga por la Universidad Luiss Guido Carli de Roma, y profesora de doctrina social cristiana en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, donde se doctoró. Entró en la Curia del Vaticano como oficial en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

La administración de Jorge Mario Bergoglio es una de las que más ha impulsado la inclusión de las mujeres en la Iglesia católica, otra muestra de ello es la designación, en 2016, de Barbara Jatta, en la Dirección de los Museos Vaticanos, con quien Petrini trabajará muy cerca.

Otras mujeres con cargos importantes son Alessandra Smerilli, también monja italiana y docente, nombrada en agosto pasado como secretaria interina del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y delegada de la Comisión vaticana Covid-19. Hace dos semanas, además, está la profesora alemana Charlotte Kreuter-Kirchhof, como número dos del Consejo de Economía del Vaticano.

Nathalie Becquart, número dos del Sínodo de Obispos, es un organismo que prepara las reuniones de los prelados del mundo. Es la primera mujer con derecho a voto en este organismo. La catalana Núria Calduch-Benages fue elegida en marzo pasado como secretaria de la Pontificia Comisión Bíblica.

También el papa Francisco está dando visibilidad al trabajo de las mujeres en el mundo de la ciencia, como prueban los últimos nombramientos de expertas, entre ellas tres premios Nobel, como miembros de las academias pontificias que se ocupan de estas disciplinas.

El Vaticano ha nombrado tres premios Nobel como miembros ordinarios de la Pontificia Academia de las Ciencias:

Jennifer Anne Doudna, premio Nobel de Química en 2020; Emmanuelle Marie Charpentier, quien compartió con Doudna el premio Nobel, y Donna Theo Strickland, premio Nobel de Física en 2018.

Abren puerta a la igualdad de género

La monja italiana, Raffaella Petrini, con el papa Francisco en imagen de archivo.
La monja italiana, Raffaella Petrini, con el papa Francisco en imagen de archivo.Foto: Especial

Aunque Bergoglio niega definitivamente que las mujeres puedan ser ordenadas como sacerdotes, sí permite que se realicen comisiones para el estudio del diaconado femenino, que ya es un gran avance.

La historia católica nos muestra que el papel de la mujer ha sido relegado, que ha sido menospreciado y que su función siempre es de servir. El temor de que una mujer pudiera llegar a ocupar la silla grande en el Vaticano no ha sido cosa menor.

Incluso a inicios de la historia del Vaticano, se instauró la figura del palpati, en el que un individuo tenía la tarea de palpar los testículos del recién nombrado Papa para dar fe de que, efectivamente, era hombre.

Cuando este individuo terminaba su tarea con la frase: Duos habet et bene pendente, en español: “Tiene dos y cuelgan bien”, el cónclave respiraba de alivio.

No hay pruebas históricas concluyentes para su veracidad, pero existen versiones de que la ceremonia de la comprobación viril del Papa, fue suprimida por Adriano VI, quien estuvo al frente de 1522 a 1523. Sin embargo, las ilustraciones de Lawrence Banka muestran la prueba de masculinidad de Inocencio X, elegido Papa en 1644.

Esta prueba de masculinidad para el líder de la Iglesia católica tiene un posible origen: la historia no oficial de la Iglesia que relata la existencia de la papisa Juana, que se hizo pasar por hombre y fue elegida Papa, presuntamente se trató de Benedicto III, entre 855 y 857.

Los historiadores la ubican como una mujer que vivió en el siglo IX, llamada hija de un monje que nació en Alemania. Esta Papisa, señalan, tenía un amante y quedó embarazada. En mitad de una procesión entre San Pedro y San Juan de Letrán se puso de parto y tuvo que dar a luz públicamente. La turba se lanzó encolerizada sobre Juana y la golpeó al grado de matarla.

En la actualidad, el mayor problema no reside en reconocer el diaconado femenino en la historia de la Iglesia, sino en reinstaurarlo. Los más críticos niegan que tengan valor sacramental y prefieren mantenerlas con tareas de ayuda. Otros creen que su papel en las primeras comunidades era similar y tan valiosa con el de los diáconos.

Los más ortodoxos suponen que la ordenación de diaconisas es abrirle la puerta al sacerdocio femenino, pero es precisamente ese punto que se tiene que tratar, si en verdad se quiere hablar de igualdad en la Iglesia.

El papa Francisco está modernizando la Iglesia católica, en un momento en el que estaban perdiendo muchos fieles.

Ha sido un hombre progresista que está reformando el catolicismo. Estos nombramientos de mujeres en puestos del Vaticano pueden parecer revolucionarios en las instituciones de la Iglesia católica, cuyos puestos de poder han sido casi exclusivamente para los hombres, pero han sido muy bien aceptados por las mujeres que forman parte importantísima de los fieles de la Iglesia católica.

Aunque todavía las mujeres no llegan a ocupar puestos de primer nivel en la Iglesia, casos como el de Raffaella Petrini sin duda son un escalón para conseguirlo, después de todo una revolución no se gana de un día para otro.