Trump y el mito del fraude

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso
Bibiana BelsassoLa Razón de México
Por:

Mientras Donald Trump continúa con el discurso de que le han robado la elección, Joe Biden ha ganado ya la presidencia y será el próximo presidente de Estados Unidos.

Joe Biden ha recibido llamadas de felicitación de decenas de mandatarios de todo el mundo y de todas las corrientes partidarias, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dice que todavía no felicita a Trump porque espera que concluya el proceso electoral, ya que todavía hay algunas imputaciones, mismas que —por cierto— aunque se resuelvan en favor de Trump, esto no cambia el resultado electoral.

Desde el viernes por la noche, el candidato demócrata ofreció un mensaje a la nación desde Wilmington, Delaware, donde hizo un llamado a la calma: "No tenemos una declaración final, pero los números son claros… vamos a ganar esta contienda con una clara mayoría, con una nación detrás de nosotros, tenemos más de 74 millones de votos".

Desde horas antes, el Servicio Secreto comenzó a fortalecer la protección en torno a Biden con una mayor cantidad de agentes, incluso, despejó el espacio aéreo sobre Wilmington; esto fue considerado por especialistas como una muestra clara de que el Servicio Secreto alistaba los protocolos para la transferencia de poder, aun si Donald Trump no quiere.

López Obrador habla de un posible fraude electoral, como el que supuestamente se le hizo a él en la campaña electoral de 2006.

Pero a Biden ya lo felicitaron desde el presidente de Cuba, Miguel Díaz–Canel, y hasta los republicanos Mitt Romney y el expresidente George W. Bush.

Hoy en Estados Unidos se festeja la democracia y la unidad del país. Pero Trump, sigue su estrategia de fraude para permanecer en la Casa Blanca. Una estrategia muy bien pensada y planeada desde hace tiempo.

Con el mismo estratega de campaña, Steve Banon, quien hizo ganar a George W. Bush en el estado decisivo, Florida, en 2000 y que finalmente lo llevó a la Casa Blanca.

En septiembre de 2020, durante una conferencia de prensa, un periodista le preguntó: "¿Podría comprometerse a una transferencia de poderes pacífica después de las elecciones?", a lo que respondió: "Tendremos que ver qué pasa".

Su respuesta cimbró a toda la clase política del país, y es que no sólo adelantaba que existía la posibilidad de que no aceptara el resultado electoral, sino que, además, advertía que se estaba fraguando un fraude en su contra.

Incluso los republicanos reaccionaron ante las insinuaciones de Trump. El senador Mitt Romney (candidato a la Presidencia por ese partido en 2012), calificó las palabras como "inaceptables", mientras que el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, afirmó a través de Twitter que "el ganador de las elecciones del 3 de noviembre jurará el cargo el 20 de enero. Habrá una transición bien organizada. Como lleva haciéndose desde 1792".

Esta historia parece estar íntimamente unida a la elección del pasado 3 de noviembre y es que hay una pieza común en estas dos elecciones: Roger Stone.

En las elecciones presidenciales en Estados Unidos de hace 20 años entre el demócrata Al Gore y el republicano George W. Bush se vivió un episodio considerado como uno de los momentos más polémicos en la historia moderna electoral de ese país.

Ocurrió en Florida, que era gobernado por Jeb Bush, hermano del candidato republicano. Ahí se hizo todo para reventar la elección con violencia y no dejar que se terminaran de contar los votos, exactamente igual a lo que está pidiendo Donald Trump, stop the count, paren el conteo.

En 2000, cuando se intentaba hacer un recuento de votos, llegó intempestivamente en un acto de intimidación para detenerlo. Aún quedaban 10 mil papeletas que pudieron darle el triunfo a Gore.

Detrás de ese hecho estaba el asesor de campaña de Bush, Roger Stone, un consultor político, cabildero y estratega estadounidense conocido por el juego sucio que aplicaba en la política estadounidense.

Años después, Stone confesó que el recuento en Florida fue una pelea callejera por la presidencia.

Pero el daño para la democracia estadounidense ya estaba hecho y la imagen de la nación más poderosa del mundo se estaba tambaleando, es por eso que, de manera sorpresiva, el Tribunal Supremo aceptó un recurso de Bush y decidió intervenir en el caso.

Este estratega de campañas electorales asesoró a Trump a hacer lo mismo y por eso en cuanto da su discurso de fraude, las televisoras, incluyendo FOX News, que han sido partidarias de Trump toda su administración y ante las fake news, de fraude, tuvieron que cortar la transmisión, al igual que Twitter resguardó que no se difunda contenido falso.

En enero de 2019, Roger Stone fue arrestado paradójicamente en el estado de Florida por varios cargos derivados de la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre interferencia rusa en las elecciones de 2016.

En febrero de 2020, la juez Amy Berman Jackson sentenció a Roger Stone a 40 meses de cárcel.

Un jurado de nueve mujeres y tres hombres encontraron culpable a Stone de siete delitos: obstruir una de las investigaciones del Congreso de Estados Unidos sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, manipulación de testigos y otras cinco por declaraciones falsas.

La juez definió al exasesor de Trump como un ser "inseguro" que sólo buscaba "atención" y dejó claro que no se le condenaba "por defender al presidente, sino por cubrir 'las faltas del presidente’".

Sin embrago, en julio de 2020, Trump conmutó la sentencia de su amigo, días antes de que Stone se presentara a una prisión federal en Georgia.

A través de un comunicado, la Casa Blanca mencionó que “Roger Stone ya ha sufrido mucho” y que “fue tratado de manera muy injusta” en la investigación por la interferencia rusa.

Lo cierto es que la polémica carrera política de Stone se extiende desde el escándalo del Watergate, en los años setenta, a la campaña electoral de Trump.

Donald Trump ha adoptado muchas de las ideas y métodos de Stone. En 2008, Stone dijo a The New Yorker que “la política no se trata de unir a las personas. Se trata de dividir a las personas. Y obtener 51%”. Una de sus principales reglas era “Atacar, atacar, atacar, nunca defender» y «No admitir nada, negar todo, lanzar contraataque”.

En enero de 2017, Stone publicó el libro The Making of the President 2016: How Donald Trump Orchestrated a Revolution.

Pero esta vez, las estrategias de violencia y de inventar que les quieren robar la elección y que ha habido fraude, no le funcionaron a Trump.

Ahora, esperemos a ver cómo reacciona López Obrador, porque el que no haya felicitado en tiempo y forma a Joe Biden puede repercutir seriamente en la relación bilateral con nuestro principal socio comercial.