Carlos Olivares Baró

Kodály, Berio y Prokófiev

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró
Carlos Olivares Baró
Por:

Sábado de Gloria: organizo mi velada musical íntima con Voci (Folk Songs II), del italiano Luciano Berio (1925-2003); Danzas de Galánta, del húngaro Zoltán Kodály (1882-1967); y Quinta sinfonía en si bemol mayor, del ruso Sergei Prokófiev (1891-1953). Me preparo para el convite: abro las ventanas, me doy cuenta de que el tiempo sigue ileso. Todo transcurre, todo florece, todo se implora y todo se vivifica. Ayer, Viernes Santo, escuché La Pasión según San Juan, de Bach: una expansión coral de azorada belleza se instaló en mi pecho.

Doy inicio con Kodály, compositor práctico y prolijo —70 años de carrera— preocupado por el folclor musical de su país natal. El autor de los conmovedores Salmos Húngaros legó en Danzas de Galánta (Lento, Allegretto moderato, Allegro con moto, grazioso, Allegro, Allegro vivace) cinco segmentos rítmico-melódicos de jaculatoria perfección orquestal. Suerte de poema sinfónico estructurado en forma de rondó: las cinco danzas se interpretan sin pausas.

“Lento” (Danza I): propuesta melódica que los violonchelos arropan al unísono hasta la irrupción procelosa, y a la vez sutil, de las maderas. El clarinete se adueña de las conjeturas armónicas: evocaciones gitanas en la coda. “Allegretto moderato” (Danza II): tempo enérgico con flauta suscribiendo ciertos halos mediterráneos. “Allegro con moto, grazioso” (Danza III): aire bucólico que inician oboe y clarinete complementado con anuencia percutiva del triángulo. Irrupción del flautín en figuración acompañada por imprecaciones orquestales de suntuosas contrariedades con el leitmotiv. “Allegro” (Danza IV): vivacidad sistémica, que la orquesta glosa con pasmoso virtuosismo. Algunos solos de aliento en espléndidas locuciones. “Allegro vivace” (Danza V): suculentas modulaciones de ineludible invitación danzaria. Intervalo (silencio) que da entrada a un concilio protagonizado por clarinete, flauta y oboe en graduales caligrafías melodiosas. La orquesta retoma las vibraciones acompasadas hasta un final intenso y tempestuoso.

Berio fue uno de los principales representantes de la vanguardia musical europea con incursiones destacadas en lo experimental y electrónico. Su obra más conocida, Sequenzas —varias piezas para instrumentos solistas— es considerada una “propuesta inteligente y sensible de exploración de todas las posibilidades del instrumento”. Voci (Folk Songs II) —para viola y orquesta—, que el compositor italiano más importante de la segunda mitad del siglo XX estrenó en 1986. Pieza moderna de prédica vanguardista e íntegra exigencia técnica de la viola.

Canciones, coplas, baladas, canciones de cuna, cantos de trabajo y gritos de vendedores ambulantes (“abbagnate”) de origen siciliano en escalada interminable: “monodia” que la viola afronta en dibujos de solos magistrales que recrean con perfección pasajes complejos y cálidos de la tradición musical mediterránea. Más que transcripciones, Berio asumió un proceso de “constructivismo analítico” en el que el texto original se decontruye en pos de una valorización prosódica de “traslación dimensional”.

Estructura de introito, interludios y conclusión: cruce de materiales nuevos de Berio: intermisiones de fracciones de las canciones sicilianas. Disertación tangencial de la viola, que asume un coloquio con los demás instrumentos durante casi los 30 minutos de duración de la pieza. Sonido-imagen: “anti-collage joyceano” (versión deconstructiva) con secuelas de Purcell, Bach, Brahms, Mahler y Stravinski.

Ya estoy con Prokófiev. Quinta sinfonía en si bemol mayor (I Andante, II Allegro marcato, III Adagio, IV Allegro giocoso) que el autor de Pedro y el lobo estrenó en Moscú —13 de enero de 1945—, él mismo, al frente de la orquesta. Emotiva sinfonía que muchos califican como su “composición más nacionalista”. Regreso a la patria y también retorno a la “música pura”, después de escribir en 1930 la Cuarta Sinfonía. “Remate de un largo periodo de mi vida creativa. Concebí la Quinta como una sinfonía sobre la grandeza del espíritu humano. Además suscribió mi regreso a la forma sinfónica, después de un extenso intervalo sin explorarla”, declaró Prokofiev en 1945.

“Andante”: lienzo de exaltada configuración instrumental que inician cuerdas y metales. Trémolos del piano e interjecciones del tam-tam. Coda apabullante. Metonimia del espíritu humano (tesis argumental de la sinfonía). “Allegro marcato”: scherzo. Violin, arpa y flauta trazan encomies dancísticos de animación campestre escoltados por trompetas y trombones. “Adagio”: suerte de vals donde la emoción se adueña de todos los resquicios. Nostalgia y clímax de ensoñación. “Allegro giocoso”: ronda del violonchelo en introducción que recurre al tema del tiempo. Pasajes delirantes. Final suscrito por el sarcasmo.

Me asomo por la ventana: acontece el Sábado de Gloria en una inmortal consonancia. Yo camino sobre el inquietante atajo del anhelo. Si no fuera por la música y los libros, yo no sé qué hubiera sido de mí en estos meses aciagos.

Sinfonía 5
Sinfonía 5
Sinfonía 5 Prokófiev 
  • Artista: The Philadelphia Orchestra 
  • Género: Orquestal 
  • Sello: Columbia