Carlos Olivares Baró

Retratos cabales de 44 escritores

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró
Carlos Olivares Baró
Por:

Retratar es descubrir. La mirada fisga al otro para después decir lo que quizás ocultaba aquél. Describir gestos. Cristal que descubre ángulos sombríos. Espejo en las rendijas. Mercurio chorreando su plata en lugares ajenos. Retratar es un acto de intromisión. Mirada: aguja. Ponzoña en los cordeles de la pupila. Detallar los escondites que el distinto apila en misericordias propias. Siempre hay una intención de omisión a la hora de decir las trazas del tercero.

Inexactitud configurada en peldaños de envidia. Los adjetivos se apoderan de las codicias. Ansiosos, entramos a los parajes del diferente. Retratar para llenar, con lo que no nos pertenece, nuestro baúl estropeado. Descripción como puente entre lo que escenifica el otro y sus andares reales. Dramatismo de alucinaciones. Unto y barniz. El retrato, entorno de infamaciones.

El retrato es la táctica que nos muestra al personaje, nos lo hace perceptible, verosímil y cercano: “Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro”: Alonso Quijano, según Cervantes. “Hombre alto de cuerpo, seco de rostro, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos”: Don Quijote, según el bachiller Sansón Carrasco. Dos conjeturas. Dos acercamientos. Dos ficciones. Retratar es atisbar en las coordenadas de la imaginación.

Borges que era un gran hacedor de personajes —fotógrafo especulativo— logra una imagen cabal de Orton —personaje de “El impostor inverosímil Tom Castro” de Historia universal de la infamia—: “Orton era un palurdo desbordante, de vasto abdomen, rasgos de una infinita vaguedad, cutis que tiraba a pecoso, pelo ensortijado castaño, ojos dormilones y conversación ausente o borrosa” (¡!). Vaya fantasía. Vaya explotación de los epítetos: dibujo perfecto que deja al lector con una sensación de perpetua inquietud: Orton tiene rasgos de una infinita vaguedad.

44 escritores de la literatura universal (Ediciones Siruela) del periodista Jesús Marchamalo (Madrid, 1960) con dibujos del pintor Damián Flores (Cáceres, 1963) traza los abrumes, caprichos, desasosiegos, miedos, limitaciones, triunfos y fracasos de 44 grandes exponentes de la literatura. Semblanzas en asignaciones cargadas de ironías que acercan al lector a la vida real de Balzac, Faulkner, Pessoa, Joyce, Duras, Yourcenar, Fitzgerald, Twain, Woolf, Camus, Chéjov, Capote, Hemingway, Poe, Rilke, Mann, Baudelaire, Sartre… Nómina de imprescindibles que se convierte en un ameno repaso por la historia de la literatura norteamericana y europea.

Los dibujos de Flores apelan a los índices metonímicos sin afán de ilustrar el texto de Marchamalo: sus acuarelas no calcan las palabras. Se repasa al periodista en su versión particular del personaje; se distingue la iconografía del pintor en dinamismo de acentos que subrayan más que todo, aspectos psicológicos de los literatos referidos. Alma en las viñetas del escritor acompasadas por un corpus de tintas reverberantes.

La cabellera, la sortija, el bastón y el mobiliario inexistente de Balzac; la antipatía de Baudelaire por su padrastro; las abstinencias para mantenerse esbelto de Byron; el parecido físico de Camus con Humphrey Bogart; escándalo, provocación y excesos de Capote; la vida húmeda de Duras; el huraño, alcohólico, taciturno, mentiroso y esquivo Faulkner; o el encuentro de Joyce y Proust una noche en París.

Libro de siluetas cabales. Uno termina en los bordes. Se corrobora que la vida es una imitación de la literatura.

44 escritores de la literatura universal
44 escritores de la literatura universal
44 escritores de la literatura universal
  • Texto: Jesús Marchamalo
  • Dibujo: Damián Flores
  • Género: Semblanza biográfica
  • Editorial: Siruela