Carlos Olivares Baró

Sinfonía 3 /Mahler

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Olivares Baró 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Gustav Mahler (Bohemia, 7 de julio, 1860 - Viena, 18 de mayo, 1911): compositor y director de orquesta austro-bohemio cuyas obras son calificadas como un catálogo clave del posromanticismo. En la primera década del siglo XX, Gustav Mahler fue uno de los más importantes directores de orquesta y de ópera. Graduado en el Conservatorio de Viena (1878), fue batuta de varias agrupaciones filarmónicas de Europa hasta ocupar la dirección de la prestigiosa Ópera de la Corte de Viena. Presenta galas innovadoras que lo convierten en uno de los más grandes conductores de ópera, sobre todo en la ejecución del repertorio de Richard Wagner y de Wolfgang Amadeus Mozart. Llega a ser el lider del Metropolitan Opera House y de la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

Siempre, por estos días de septiembre, cada año, regreso a Mahler. Anclo en Sinfonía No. 3: la más larga que compuso el autor de La Canción de la Tierra con influjos de Beethoven y Brahms. Pieza que empalma lo coral con lo instrumental desde una sugestiva concepción, la cual deriva en un estilo musical distintivo: sustancial creatividad trazada en nostálgicos y tristes apuntes melódicos de atractiva resonancia y compleja estructura instrumental. Uso de la canción popular como pretexto para construir un universo melódico/armónico en distintos ciclos de canciones con versos de su autoría (Des Knaben Wunderhorn, Lieder eines fahrenden Gesellen) y del poeta Friedrich Rückert (Canciones de los niños muertos).

Tonadas a las que recurrió más de una vez en una suerte de obsesión en la que subrayaba la no existencia divisoria entre ‘música instrumental’ y ‘vocal’. En las Sinfonías 2, 3, 4 y 8 lo coral juega un papel esencial. Mahler fraguó música orquestal (nueve sinfonías) y obras vocales que se entretejen y se coronan en un corpus en el que las rondas corales alimentan muchas veces, algunos de los movimientos de las disposiciones orquestales.

Sinfonía No. 1, “Titán”, constituye, por ejemplo, uno de los grandes momentos de la música occidental de finales del siglo XIX. Sinfonía dada a conocer en 1889 de estrecho vínculo con las Canciones de un caminante (1883-1885), en temática que aborda las oposiciones confluentes entre consternación y regocijo. Dicotomía presente en el talante de uno de los precursores de la Segunda Escuela de Viena y representante del posromanticismo alemán. “Construir una sinfonía, es como levantar, edificar, un cosmos con todos los medios posibles”, explicaba con frecuencia el autor de la Sinfonía de los miles. Cosmos melodioso, multiplicidades que se hacen patentes en reminiscencias de fanfarrias, melodías populares, marchas y canciones tradicionales, entre otros recursos melódicos/armónicos/rítmicos recurrentes en sus obras.

En la Sinfonía No. 3 --estrenada en 1902-- se pone de manifiesto el uso muy particular de los conformes y, asimismo, de líneas melódicas interpoladas y dilatadas en la estructura formal: pieza desmesurada, de armonía afluente, que rompe con el equilibrio cromático en una suerte de ‘plasticidad acústica’ fascinante y arropadora a través de un diseño instrumental de sugerentes dibujos melódico-armónicos.

Seis movimientos que la Orquesta Sinfónica de Londres, bajo conducción de Jascha Horenstein, ejecuta con vigores novedosos en un replanteamiento de naturalidad expresiva y fundamento lirico irrefutable.

Robusto, Resuelto: Retumbos de los metales en murmurante prosodia. Violonchelos que irrumpen hasta los lindes del silencio. Ocho cornos en consonancia unísona que plantean el leitmotiv. Flautas y cuerdas recreando una atmósfera de procelosa consumación. Hermoso solo de violín. Motivo melódico que se desplaza hasta la sonoridad grave de los contrabajos. Representación del estío y todos sus balbuceos.

Tempo di Menuetto. Muy sobrio: Dibujo sutil de los alientos y violines de bosquejo apacible enraizado en pliegues de un posromanticismo muy mahleriano. Segmento grato, apacible, ligero, arropante.

Comodo. Scherzando. Sin prisa: Sublime y a la vez pujante motivo melódico suscrito por los alientos y seductores glissandos de los trombones. Interludios fascinantes de una trompeta (fuera de escena) que se escucha en la lejanía y propicia una suerte de hechizo afable, quimérico y triste.

Muy lento: Mezzosoprano en ondulados fraseos de pasajes de Así hablaba Zaratustra (Nietzsche): las sombras, la fantasía, la infinitud y la presencia. Sobresaliente el pasaje de los contrabajos. Movimiento de lenta enunciación que la Orquesta acota con depurada prosodia.

Alegre en tempo y atrevido en expresión: Tentador y cautivante movimiento. Mezzosoprano, Coro Infantil y de Mujeres que entonan “Tres Ángeles cantaban” (“El cuerno mágico del dondel”, 1899): campanillas crepusculares escoltadas por la Orquesta en timbre cristalino.

Lento reposado. Con sentimiento: Extensión sonora en un adagio que es uno de los más conmovedores momentos de la música occidental. Cuerdas en murmullo acuoso. Flautas en gozosas articulaciones. La música es un deseo que se inscribe en el dolor: parece decirnos Mahler. El mundo es una cadencia de punzas extasiadas: murmura el autor de La canción de la tierra.

Sinfonía de fragores grandiosos, una de las más impresionantes creaciones filarmónicas de Mahler en exaltado y poético sumario donde confluye el bosque, el verano, la floresta, el amor, el susurro de los ángeles y la clemencia. Mahler en una obra configurada en codificaciones piadosas. Gran momento del posromanticismo musical.

Sinfonía 3 /Mahler
Sinfonía 3 /Mahler
Sinfonía 3 /Mahler
  • Artista: Orquesta Sinfónica de Londres
  • Género: Orquestal
  • Sello: Unicor-Kanchana