Carlos Olivares Baró

Zoltán Kodály y Jaime Labastida

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Olivares Baró 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Leo En el centro del año (Siglo XXI Editores, 2012) del poeta mexicano Jaime Labastida: “Cuando el otoño entra en reposo, algo / brusco, moribundo tal vez, guarda, avaro, / el invierno: la fragancia ya helada de las hojas, / el oro putrefacto de un crepúsculo frío”. Entra por la ventana de la habitación donde duermo un aire de turbio sortilegio. Corro las cortinas. Escucho mientras tanto al húngaro Zoltán Kodály (1882 - 1967): Danzas de Galánta en un fonograma que me regaló una novia polaca de quien recuerdo sus ojos azules y una sonrisa súbita y cordial. Bailaba para mí las Danzas de Kodály y lloraba recordando a su padre violinista muerto por un cáncer fulminante.

A esta edad uno se alimenta del recuerdo: “La memoria está bajo las órdenes del corazón”, así me lo dijo el escritor José Ángel Leyva. Así yo evoco a Nazdieya, la veo internada en los retumbos del silencio del violín de su padre, la veo erguida hurgando en los óleos de la ternura que siempre me regalaba. Adicta a la piedad me entregaba su cuerpo --brizna de cebada en la noche-- con una exacerbación que no he vuelto a sentir con ninguna otra mujer. “¿A quién pedir piedad, un poco de piedad apenas, por un grano de trigo?”, veo que se pregunta Labastida.

Zoltán Kodály, compositor práctico y prolijo --70 años de carrera-- preocupado por el folclor musical de su país natal. Amigo incondicional de Béla Bartók (1881 - 1945). Danzas de Galánta (Lento, Allegretto moderato, Allegro con moto, grazioso, Allegro, Allegro vivace): cinco segmentos rítmico-melódicos de jaculatoria belleza orquestal dados a conocer en el año 1933.

“El agua, minutos antes grata / en nuestras manos, se vuelve dura y fría y quema/ con su hielo a las hormigas”: Labastida.

Suerte de poema sinfónico estructurado en forma de rondó, las cinco danzas se interpretan sin pausas. Lento (Danza I) con propuesta melódica que los violonchelos arropan al unísono hasta la irrupción procelosa, y a la vez sutil, de las maderas. El clarinete se adueña de las conjeturas armónicas: evocaciones gitanas protagonizan la coda. (Nazdieya se ponía un pañuelo rojo en el cuello y sembraba el instante de un furor de indestructible presencia).

“Un minuto de gloria, un segundo de amor, tocar / la entraña de tu cuerpo, amada. /Mira, el Sol se hunde / en el abismo y el verano se pierde”: Labastida.

Allegretto moderato (Danza II): tempo enérgico con flauta suscribiendo ciertos halos mediterráneos. Allegro con moto, grazioso (Danza III): aire bucólico que inician oboe y clarinete complementado con anuencia percutiva del triángulo. Irrupción del flautín en figuración acompañada por imprecaciones orquestales de suntuosas contrariedades con el leitmotiv, rematado por la orquesta con enérgica enunciación. Allegro (Danza IV): vivacidad sistémica glosada con pasmoso virtuosismo instrumental. Algunos solos de aliento en espléndidas locuciones.

“Pero, ¿qué sucede cuando eso no sucede? ¿Qué pasa /cuando las cosas saltan de su sitio y el tiempo / es arrancado de sus goznes?: Labastida.

Allegro vivace (Danza V): fundido sonoro que articula a las Danzas IV y V de manera consonante. Prosodia de enjundiosas modulaciones desde ineludible invitación danzaria. Intervalo (silencio): entrada a un concilio protagonizado por clarinete, flauta y oboe en graduales caligrafías melodiosas. La orquesta retoma las vibraciones acompasadas hasta un final intenso y tempestuoso.

“Cuando el invierno fenece, algo duro, blanco / quizás, intacto en un sarcófago de hielo, / despertará, desnudo, en primavera: los duraznos / dorados, las manzanas que habrán de estar podridas / en otoño. Así habrá de suceder, oh dioses. Nada más / es posible. Hay un orden implacable en estos hechos/ que serán hechos y deshechos cada día”: Labastida.

Nazdieya, escucho a Kodály en el aliento de tu risa precipitada, ausente en esta estación de ceniza. El violín de tu padre resuena en la brisa fría de la mañana. La música de Kodály lo levanta de la muerte y le indica “el imposible, pero hermoso y terrible, anhelo de vivir” (Jaime Labastida).

Danzas de Galánta /Kodály
Danzas de Galánta /Kodály
Danzas de Galánta /Kodály
  • Artista: Philharmonia Hungarica
  • Género: Orquestal
  • Sello: DECCA