AMLO a 18 meses

SOBRE LA MARCHA

CARLOS URDIALES
CARLOS URDIALES
Por:
  • Carlos Urdiales

Con Andrés Manuel López Obrador, la Presidencia recuperó protagonismo. Su desempeño durante estos primeros 18 meses divide opiniones y pasiones, a diario legiones de amlovers se enfrentan a hordas anti 4T. Sin elecciones en lo inmediato, la polarización es sello indeleble de los modos del mandatario.

Otro rasgo es la austeridad in extremis. Nadie que le suceda volverá al boato que arropó y mareó a todos. La cruzada contra la corrupción cultural del poder era impostergable.

Empatía social es su capacidad para conectar con los más necesitados, junto con su gusto infinito por la plaza, el templete y la arenga, características de una gestión enfocada a la épica, no a la administración. Llegó para implantar un nuevo régimen, no a sólo hacer un buen sexenio, que aun si resulta regular o malón no minará su aspiración histórica.

Su menosprecio por ciencia y técnica exaspera a quienes creen que la sapiencia no riñe con probidad, que pericia no implica contubernio. Su formación política y su deformación ideológica implantaron en el Presidente López Obrador falsas disyuntivas que dirime con convicción; basta ser honesto y bien intencionado para mandar con tino. El debate hierve.

La híper presidencia de López Obrador apaga toda noción de una gestión que sabe delegar encomiendas; no, el jefe del Ejecutivo va a todas, habla más que nadie, confronta solo contra todos, falla y atina en solitario, de memoria, al vuelo, improvisa, vacía su pecho, lo mismo cobra impuestos —y se los pagan— que reprende a matarifes llamándolos evocando a sus mamacitas —que no tienen—; ave de tempestades que vuela sin pararrayos ni instrumentos.

Las protestas que el fin de semana reclamaron su renuncia son timbre de orgullo; antes protestaban los pobres y nadie los oía, pocos los veían; toca turno a clases medias y a las cúpulas de poder económico acusar el descarrilamiento de sus expectativas que comenzaron a estrellarse con la cancelación del aeropuerto en Texcoco. Camino a implantar un nuevo régimen, semejantes estertores son música para sus oídos.

No hay base social ni jurídica para que AMLO se vaya, sólo frustración que debe encausarse y medirse con los procesos contemplados en la ley que, por cierto, antes estaban deshabilitados, para revocar su mandato e, incluso, aplanarle la curva creciente a Morena en 2021.

Las bocinas de los autos marchantes sólo despertaron los apetitos originales de AMLO y los suyos, adelantar la consulta a 2021, empatarla con la elección intermedia y repetir el tsunami, las caravanas abren una mañosa puerta, por si tanto le apremia a sus malquerientes echarlo.

Año y medio bastan para que López Obrador marque ruta y modito, habrá provocaciones todos los días, folclor político mañana tarde y noche, improvisación administrativa con errores y aciertos, y muchos programas sociales ancla que garanticen la supervivencia del nuevo régimen en el cual la personalidad impere por sobre todo lo demás que, como vemos, parece lo de menos.