Carlos Urdiales

Fallaron los negros augurios

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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El viaje del Presidente López Obrador a Estados Unidos no fue tragedia, como algunos auguraban y otros deseaban. Si la nota a su partida fue el cubrebocas, entonces se cumplió la expectativa de la 4T. Gira sin turbulencias, con un aterrizaje histórico lleno de cumplidos mutuos.

Las gestiones del canciller, Marcelo Ebrard, y su equipo, en coordinación con la embajadora Martha Bárcena y la legación mexicana, demostraron dos cosas: una, que hicieron equipo por encima de filias y fobias, y dos, la diplomacia mexicana tiene fondo, bagaje transexenal que optimiza circunstancias que jamás son las ideales.

La ausencia en el periplo del Consejo Coordinador Empresarial y sus más destacados asociados, Coparmex y Concamin, no se tradujo en un vacío del sector privado en la interlocución binacional. El Consejo Asesor Empresarial de AMLO resultó ser un bloque plural y poderoso, que cumplió con suficiencia su cometido para algunos puntos finos en el entramado del flamante T-MEC.

La austeridad política y la contención de apetitos protagónicos del Presidente y sus secretarios, ayudó a desactivar bombas diplomáticas. Un tejido fino evitó la temida conferencia de prensa conjunta; dos veces aparecieron juntos frente a los medios, y en ambas cada uno fue quien es. No hubo roces ni desplantes; textura que, por ser diferente a anteriores reuniones, resultó positiva.

Encuentro inevitable; las envergaduras de vecindad y relación cargan más de 80 reuniones entre mandatarios; la primera entre Trump y AMLO tuvo pretexto creíble, decoroso; el arranque del nuevo acuerdo comercial de América del Norte. Hablaron por teléfono con Justin Trudeau a quien, a final de cuentas y cuentos, no extrañaron.

Trump y López Obrador obtuvieron sendos réditos domésticos. Trump engordó su campaña, lo cual nos es irrelevante. Especular en costos si en noviembre no resulta reelecto es infructuoso, tanto como cuando Peña Nieto recibió a Trump, pero Hillary Clinton no vino; igual que cuando Carlos Salinas de Gortari apostó por George Bush padre y Bill Clinton ganó; futuros ajenos y relevantes que nunca se adivinan. Para la 4T el balance del viaje permite mostrar una transformación que abarca forma y, por tanto, fondo.

¿Pudo la visita ser más sustantiva y trascendental? Sin duda. La política consiste en decidir entre males menores y este viaje, descafeinado si se quiere, no implicó los tremendos costos que diplomáticos de prosapia alertaron. ¿Se blindó a los mandatarios de preguntas duras e incómodas? Sin duda.

Siempre se procura controlar esos entornos, a veces con éxito, a veces no. Los tres “viva México” en el jardín de las rosas de la Casa Blanca quedan para la historia.

La cena empresarial, cual cascarita futbolera, once contra once, cosechará lo que siempre ocurre a ese nivel de convivencia; ideas y rutas por explorar y enriquecer pero, como dijo López Obrador, que la dimensión social sea eje central en esa renovada convivencia comercial entre dos pueblos dispares y hermanados, por diestra y siniestra.