Carlos Urdiales

La guerra y la paz

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
Por:

Estamos mal. 150 mil decesos por Covid-19 que se deben multiplicar por 2.51 veces para asomarnos al horror real; 376 mil vidas arrebatadas por la pandemia. El Covid-19 ya es la tercera causa de muerte histórica en México, sólo superada por la guerra del narco y la Revolución.

La pandemia hierve; hay más de 20 mil contagios todos los días y mil muertes diarias en promedio desde el primero de enero, lo cual arroja el patético número de un muerto cada minuto. Estamos peor.

El país se pinta de rojo epidemiológico; la economía de millones agoniza, el desempleo, la depresión y la angustia nos abrazan hasta asfixiarnos. El hombre más poderoso y el hombre más rico del país están contagiados. Al Presidente López Obrador y al ingeniero Carlos Slim, nuestros mejores deseos. Y a las 114 mil 500 personas con contagios activos, también.

La gestión política de la pandemia nos dañó sin remedio, afirma la doctora Ann Laurie Ximénez-Fyvie en su libro Un daño irreparable, la criminal gestión de la pandemia en México —editorial Planeta—. Científica con 27 años de trayectoria en la UNAM y especialista de Harvard que alza la voz desde la academia mexicana. Siempre con voluntad, algo se podría corregir.

Errores de método, cálculo; horrores de comunicación, menosprecio por la ciencia, supeditación política, absurdos debates sobre el uso del cubrebocas, con las pruebas masivas, con la atención temprana; decisiones criminales privilegiando las camas vacías sobre los crematorios llenos, desbordados.

Sume el perverso juego de las vacunas en tiempos de elecciones. El gobierno presumió haber iniciado la microvacunación casi al tiempo que los países ricos, pero problemas de pobres descarrilan la fantasía. Pfizer abre paréntesis en su producción, AstraZeneca adelanta baja cobertura en adultos mayores; hablan de acuerdos, no de compras; de compromisos, no de pagos.

Ahora nos urgen vacunas chinas y rusas, aunque no estén autorizadas por los referentes globales en materia sanitaria, porque la fecha importante no es el arranque, sino saber para cuándo van a cumplirse las metas prometidas. Estamos mal y peor por la incapacidad oficial de corregir, revisar y aprender. Soberbia política que empodera, pero mata.

La pandemia alcanzó al Presidente López Obrador. Con elemental humanidad abundan deseos de varios notables y millones de anónimos para su pronta recuperación sin padecer viacrucis similares a los de tantos que suplican por atención, oxígeno, piedad. Por el bien de todos, AMLO debe estar bien. La sola idea de su ausencia es un peligro para México.

Sin cubrebocas, el mandatario enfermo confinó a buena parte de su equipo hasta saber si la fuerza moral que idiotamente le adjudicó Hugo López-Gatell, no terminó en fuerza de contagio. Así la paz 4T.

En Estados Unidos, Joe Biden está convencido de que la pandemia es como estar en guerra y en consecuencia actuará. Con todos los recursos a su alcance, sin vacilar ni minimizar, empleando todos los recursos públicos y privados a su alcance en sana y urgente sociedad. Así la guerra.