Rosario Robles habló

SOBRE LA MARCHA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Rosario Robles soltó sopa, pero no la que la Fiscalía del doctor Gertz Manero desea, la que preparó entre domingo y lunes en los medios la extitular de Sedesol y Sedatu, no incluyó delaciones contra Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray ni en contra de ninguno de sus antiguos camaradas de su época cercana a los tricolores.

No, lo que soltó Rosario Robles fue una denuncia en contra del poder político en turno, acusa una despiadada venganza política. ¿Por qué habla ahora? Dice la exjefa de Gobierno de la capital nacional que durante dos años y meses agotó los recursos que códigos jurídicos confieren, victorias consecutivas en contra de cada una de las acusaciones de riesgo de fuga, que le permita enfrentar la acusación desde su domicilio, no tras las rejas.

Hay odio, venganza y miedo en el embate en contra suya. Odio por haberse hecho de una personalidad propia, de un capital político ajeno al del líder moral del PRD antes, ahora de Morena. Venganza por transitar rutas distintas con objetivos similares.

Revancha sin sentido cuando ella, como gobernante, hizo todo por convertirlo en su sucesor, fue ella quien emitió la constancia de residencia al tabasqueño como chilango, para participar y ganar, sin lo cual hoy quizá no estaría en Palacio Nacional.

Miedo porque asegura Rosario: “para que la cuña apriete ha de salir del mismo palo”. El que entendió, entendió. Calvario con todo el poder porque como a ningún otro involucrado en escándalos de corrupción, ella no ha tenido uno solo de los privilegios y arreglos ofensivos; pactos de impunidad vigentes a la vista de todos. Rosario no está derrotada, afirma.

Sentimientos encontrados porque Emilio Zebadúa, su oficial mayor en Sedesol y en Sedatu, esté libre, no lo juzga; sabe de su posición comprometida. Desea una comisión de la verdad con Mexicanos contra la Corrupción por su papel como cuna de la denuncia en su contra. María Amparo Casar responde al vuelo que ella sostiene públicamente que Rosario es víctima del aparato de justicia, al margen de la Estafa Maestra.

Está en paz con Peña, agradece haber podido participar con estrategia para ayudar a los más pobres con una agenda de vivienda urbana reconocida por la ONU. Apela a la efectiva presunción de inocencia, que ayer vía Twitter el ministro presidente, Arturo Zaldívar, ratificó diciendo que la prisión oficiosa es un sinsentido que condena antes del juicio. La investidura de AMLO la respeta.

Robles confía en las instancias, la última, la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tras dos años en prisión, Rosario cruje, mas no se dobla. De pie pelea con esperanza en que la justicia dicte sentencia sobre su probidad como funcionaria, no sólo con EPN. Una historia que no ha escrito su página final.

Atizapán se queda sin tesorero. El pasado 30 de septiembre, renunció el esposo de Galilea Montijo, Fernando Reina Iglesias, al cargo, entre rumores de posibles vínculos con el caso de Inés Gómez Mont y Víctor Álvarez Puga, aunque en su carta alegó motivos personales.