Carlos Urdiales

Vacunación sin vacunas (otra vez)

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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El Plan Nacional de Vacunación es un dinámico programa de acción del Gobierno federal para inocular a toda la población mayor de 16 años antes de la primavera del próximo año. Vacunación gratuita y universal.  

En México se aplicó la simbólica primera vacuna contra el Covid-19 el 24 de diciembre. Promesa cumplida apenas nueve días después de que Estados Unidos aplicó la primera dosis, nuestro país igualaba a los más ricos y desarrollados.

Entonces señalamos que lo importante no era la primera, sino la última. La meta volverá a ubicarnos en una realidad impermeable a la retórica cuatroteísta.

El 12 de enero el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, espetó el célebre: “Misión cumplida, señor Presidente” cuando arribaron las primeras 439 mil vacunas Pfizer. A partir de ese momento no ha transcurrido una semana sin que la Cancillería informe nuevos arreglos comerciales, diplomáticos, humanitarios y regionales que nos han provisto de más de 250 millones de vacunas de todos colores y sabores. O casi.

El detalle que conspira en contra de la 4T es que los biológicos no fluyen de acuerdo con el cronograma diseñado por la Secretaría de Salud. El plazo para vacunar primero a la primera línea sanitaria de combate al coronavirus, médicas, enfermeros y más, para seguir con adultos mayores de 60 se alarga como si nada.

Los énfasis presidenciales omiten los retrasos en el calendario de vacunación. Involuntariamente quizá, las conferencias mañaneras registran no sólo los embates y combates cotidianos contra sectores, empresarios, medios, periodistas, escritores, activistas, feministas, padres de niños con cáncer, víctimas o grupos de la sociedad civil que al confrontar intenciones con realidades, se transforman en adversarios adictos a la regresión; esas conferencias también dan testimonio de cómo el Presidente aseguró que para marzo estarían vacunados todos los adultos mayores.

Después corrigió y habló del 15 de abril con al menos una dosis. Luego, a finales de abril. Hace dos días Hugo López-Gatell reiteró que el Día del Niño concluiría la vacunación de los abuelos. Menos de 24 horas después la Secretaría de Salud subió a redes el comunicado que anuncia que el plazo para terminar, lo que iba a concluir en marzo, se extiende a todo mayo. Dos meses en la primera etapa.

La quinta versión del Plan Nacional de Vacunación recorre plazos para el resto de los grupos poblacionales. Hoy, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum anunciaría el programa de vacunación para las personas de 50 a 59 años. Ya no. En cambio, informa que estuvimos a nada de brincar de naranja a amarillo. Ánimo.

El enredo y la descomposición de los compromisos obedece al desabasto, casi mundial, de vacunas. Casi porque en Estados Unidos las vacunas AstraZeneca sobran. Nos prestaron 2.7 millones a cuenta. En Europa la vacunación avanza y las restricciones de exportación para laboratorios locales continúan.

África con 16 por ciento de la población del mundo apenas tiene el 2 por ciento de las vacunas producidas. El mecanismo Covax de Naciones Unidas para alentar fraternidad y equidad sirvió para poco. La OMS alerta un desequilibrio impactante. El Reino Unido anuncia que para dentro de una semana habrán alcanzado inmunidad colectiva gracias a la vacunación realmente masiva.

Arturo Herrera, secretario de Hacienda, cree que los responsables del programa Covax al ver que México anunciaba millones de dosis una semana sí y otra también, decidieron enviarnos hacia atrás en la fila de entregas comprometidas y pagadas por esa vía.

La iniciativa del Presidente López Obrador ante el concierto de las Naciones para que dinero y desarrollo no privarán a los pueblos más desvalidos del acceso a las vacunas, quedó en el anecdotario de convocatorias pertinentes y valientes pero de efímera trascendencia.

Aún no hay vacunas para todos. A México las decenas de millones de biológicos anunciados comenzarán a llegar, e impactar, hasta el segundo semestre. Sí, hasta después de la estratégica elección del 6 de junio. Ni el Presidente López Obrador, ni el canciller Ebrard, son responsables del desabasto y de la voracidad del clasismo entre gobiernos.

Sin embargo, deberán hacerse cargo de la construcción de mensajes carentes de veracidad y realismo en torno a las vacunas; la épica narrativa fallida es suya.