Daniel Alonso

En busca del alma perdida

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mañana se cerrará finalmente un ciclo de eliminatorias mundialistas con el mismo resultado que en las últimas siete ocasiones: México clasificando a la fase final del Mundial. El sabor es muy similar al de hace cuatro años con Juan Carlos Osorio como entrenador; es decir, el boleto a Qatar deja una sensación de vacío. El Tri y Gerardo Martino tenían ante Estados Unidos la oportunidad de reconectarse con la afición, el marcador fue un insípido cero a cero.

Es una realidad que se ha vuelto muy tediosa la eliminatoria para México, y ahora se buscan respuestas desesperadas. Pero qué puede ser diferente si cada vez que el Tricolor participa en las eliminatorias, aunque sea con el equipo más feo, logra clasificarse. Si pensamos detenidamente cuáles son los juegos más importantes para la Selección Mexicana antes del Mundial, son siempre los duelos ante Estados Unidos, dos por la eliminatoria y la final (casi obligada) de la Copa Oro. Creo que ya es un poco aburrido para los aficionados y para los mismos jugadores.

Ya no hace ilusión clasificarse para un Mundial porque es ya casi de manera automática; y una vez que llegas al Mundial, sabemos que es casi imposible que México supere los octavos de final. Es como estar atrapado en una especie de purgatorio.

Sólo hay que mirar los festejos y celebraciones de la selección de Canadá que tardó 36 años para volver a un Mundial. El conjunto de la hoja de maple se lleva todos los reconocimientos en este ciclo mundialista: el equipo que mejor jugó, el mejor entrenador y la mejor afición. Los festejos bajo la nieve ante México y la gran celebración entre jugadores y aficionados el domingo pasado cuando sellaron el pase a Qatar son las mejores postales. Esto sólo puede ser posible cuando hay mucho sufrimiento y trabajo de por medio.

Hoy ésa parece ser la crítica para todos en el futbol mexicano. Los jugadores se quejan de la afición, los aficionados del equipo; la prensa de las convocatorias de Martino que parecen repetitivas e injustas y el Tata ignora a todo mundo. Mientras que la guerra de quejas continúa por todos lados, la Federación Mexicana de Futbol planea los partidos moleros del futuro. Y entonces, las mismas preguntas de siempre: ¿para qué está México en el Mundial? ¿Llegará el quinto partido? Y luego, el ciclo de la monotonía comienza nuevamente.

En Europa y Sudamérica son sus competencias continentales las que van renovando las alegrías y las tristezas. Hasta los italianos deberán pasar un par de años en el infierno antes de poder renacer nuevamente en la próxima Eurocopa. En la Copa América pasada, un equipo que venía cerrando una crisis de final de generación que casi se queda sin mundial en Rusia logró reinventarse ganando el título, y es así como Argentina hoy puede atreverse a etiquetarse como candidato a ganar el Mundial en Qatar.

No hay que olvidar que el futbol mexicano le debe mucho a aquella Copa América en Ecuador 1993 después del bochorno de los cachirules previo a Italia 90. Dicho torneo fue el resurgimiento del tricolor y el camino que seguirían también los clubes mexicanos para foguearse con el futbol sudamericano. No sé si el retorno a Conmebol ayude a la reconexión emocional de los futbolistas y los aficionados con lo que significa representar a México, pero en estos tiempos de monotonía, vaya que se echan de menos.