Daniel Alonso

El hombre que odiaba al futbol

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Daniel Alonso 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Desde lo ocurrido por la tarde del sábado en Querétaro, Jorge Luis Borges ya se habría muerto tres veces. La primera sería de asombro, por ver la escenificación perfecta de una de sus famosas frases antifutbol:

“El futbol es popular, porque la estupidez es popular”. La segunda muerte sería de risa, porque los directivos que dirigen el futbol son iguales o peores que los que invadieron el césped de la Corregidora, motivados por las peores de las pasiones.

De manera casi siniestra Mikel Arriola, el vocero de los dueños del futbol, generó, junto a otros directivos, una narrativa a los comportamientos de varias seudopersonas (no pienso ofender a los animales) que trataron de asesinar a quien se les cruzara en su demencia; la cacería de humanos en Querétaro no era más que obra de los cárteles mexicanos. Y qué mejores protagonistas que las entidades de Jalisco y Querétaro para cuadrar la historia.

Declarar ante los medios, tan sólo un par de horas después de presenciar en vivo varios intentos de homicidio, que “todo había sido muy sospechoso, algo planeado por grupos criminales”, parecía muy aventurado e irresponsable. Pero con las medidas anunciadas el día de ayer para “evitar” una nueva tragedia, todo adquiere sentido. La intención desde un principio fue proteger y garantizar la continuidad de estos grupos que han secuestrado gran parte de las gradas.

Y ojo, por supuesto que existen delincuentes, no sólo de manera “infiltrada”, sino también forman parte a toda regla de las barras bravas. No es la primera vez, ni ha sido la única sede en la que los policías ignoran las golpizas, porque ya también han caído casi muertos en las gradas, también ya han desnudado, robado identificaciones y denigrado a hinchas rivales como en aquel Monterrey vs. Tigres de 2018; el comportamiento más violento es evidente que está ligado a que nuestro país es cada vez más violento. Ya sea en un estadio de futbol, en las calles, en los pueblos del Bajío, de Michoacán, de Jalisco, etcétera.

En un principio, existió un verdadero rechazo a estos grupos por parte de las directivas, pero con el tiempo, los de pantalón largo y corbata fina entendieron que estos “fieles hinchas” podrían ser muy útiles desde la tribuna y, por supuesto, en lo monetario.

Ayer los dueños de la pelota tomaron la decisión; eligieron a los barristas por encima de las familias mexicanas que por generaciones han asistido a los estadios en bellísimas ciudades como la de Querétaro. Los dirigentes del futbol en nuestro país eligieron ser “víctimas” del narcotráfico, por encima de reconocer con valentía y humildad que fueron los culpables de las imágenes que marcaran a todos los niños que estaban la otra tarde en La Corregidora. La tercera muerte de Borges sería de coraje porque su nombre es citado en una columna que trata de la sombra de este deporte, de un juego insensato, carente de intelectualidad y que es dirigido por los peores delincuentes.