Daniel Alonso
La sabiduría de un puma
ARQUETIPO FUTBOL
Había una vez un futbolista que de niño intentó ser Tuzo; pero el destino quiso que se vistiera con los colores de Pumitas. Su calidad en las inferiores pronto le abrieron el camino al primer equipo con el cual debutó a los 20 años. Todo pintaba muy bien y en un abrir y cerrar de ojos ya disputaba su primera final apenas hace un año; pero su juventud e inmadurez le jugaron en contra y perdió la oportunidad de ir a Japón a disputar los Juegos Olímpicos.
A manera de fábula o de un cuento para niños, se podría contar sin problema alguno lo que hasta hoy es la carrera del lateral derecho de los Pumas, Alan Mozo. Ha sido elogiado por sus entrenadores ya que cuenta con virtudes tanto ofensiva como defensivamente; pero también durante sus años en Primera División, ha tropezado con los errores de la juventud, la fama, el dinero y todas las distracciones que un futbolista se encuentra durante su carrera.
Incluso, en alguna otra columna, cuando Mozo fue sancionado por el club por una de sus indisciplinas y los Pumas atravesaban una de las malas rachas de los últimos tiempos, mencioné en aquel momento ese pasaje de incertidumbre en la joven carrera del universitario; porque los errores que cometía fuera de la cancha comenzaron a reflejarse también dentro del campo. La exigente afición de los Pumas se lo hizo sentir inmediatamente.
Era el momento de hacer una introspección; es justo en esos pequeños instantes de la vida que el sueño de un futbolista puede irse a pique o retomarse de forma ascendente. Y fue precisamente un destello de lo segundo, lo que Alan Mozo realizó ante el América el pasado fin de semana: la mejor actuación que le he visto en una cancha de futbol. Hizo y deshizo lo que fue su voluntad en la banda derecha del equipo de Pumas y fue el principal motor en la ofensiva universitaria con tres pases preciosos de gol.
Todos sabemos y más el propio Mozo, que el juego ante el América no es el final de su carrera; es sólo una nueva oportunidad que el propio lateral derecho se construyó. Ahora es su misión seguir el mismo camino para que el techo de su futuro sea muy alto y pronto pueda deslumbrar con sus desbordes en grandes clubes europeos.
Y ojalá a los jóvenes pumitas y de cualquier otra escuelita de futbol, que pronto llegarán al primer equipo, esta historia les sirva de ejemplo para entender que la carrera de futbolista o de cualquier otra profesión puede estar llena de altibajos; pero por más que el cielo se nuble o la tormenta no ceda, está en las manos de uno el poder hacer autocrítica para superarse y salir adelante en la vida.
Alguna vez dijo el poeta inglés Alexander Pope: “Errar es de humanos, perdonar es divino, rectificar es de sabios”.
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