Eduardo Marín Conde

La Línea 12: el documental que aguarda

CINEBUTACA

Eduardo Marín Conde
Eduardo Marín Conde
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La tragedia ocurrida en el Metro de la Ciudad de México nos obliga a reflexionar sobre la necesidad histórica de emprender un reportaje a fondo que ofrezca un testimonio documental que devele las causas y los responsables. He aquí un monumental pero imprescindible reto para el cine mexicano, extensivo a las diversas plataformas de streaming o la televisión. Un documento que aborde la historia y el complejo proceso detrás de la magna obra de la Línea 12, que desnude la compleja amalgama de decisiones, complicidades, errores y negligencias que ocasionaron un suceso tan terrible.

En este tipo de situaciones es cuando se manifiesta la trascendencia del género documental como recurso de expresión cinematográfica pero sobre todo, como medio de denuncia social y política. Hace unos días tuve oportunidad de ver el impresionante documental rumano “Colectivo”, que merecidamente obtuvo doble nominación al Oscar: mejor Documental y mejor Película Internacional. Financiada por HBO, el Instituto Sundance y organismos europeos, es una sagaz, profunda crónica del reportaje periodístico sobre la negligencia y la corrupción en el sistema de salud en aquél país, que ocasionó innumerables muertes, ya que los desinfectantes comprados para los hospitales públicos estaban adulterados, lo que ocasionó la infección de numerosos pacientes intervenidos quirúrgicamente.

El reportaje derivó de un incendio en un antro llamado precisamente “Colectivo”. Además de los muertos en el lugar, varios de los quemados murieron en los hospitales, infectados. El filme narra la investigación y pone énfasis en la irresponsabilidad criminal de las autoridades y en sus reacciones basadas en mentiras. Toca huella en el cáncer de la impunidad.

Más allá de los datos y la información que los medios de comunicación han dado a conocer sobre el Metro de la CDMX, la construcción de la línea colapsada y el presupuesto de la empresa en los últimos años, un documental completo representaría una valiosa crónica histórica para la posteridad, que permitiría evidenciar el trasfondo de una tragedia que, por supuesto, pudo evitarse, porque no fue un desastre natural.

El cine mexicano tiene una deuda con el documental como testimonio de denuncia. Ha sido efectivo en mostrar el rostro humano detrás de grandes proyectos, como “En el hoyo” de Juan Carlos Rulfo, sobre la construcción del 2º piso en la capital del país, o en entrañables testimonios individuales como “Bellas de noche” de María José Cuevas. Sorprendente y revelador es “Presunto culpable”, de alto impacto, que mostró la brutal descomposición del sistema judicial mexicano.

Pero está pendiente un gran testimonio documental contemporáneo de reconstrucción histórica, fundamentado y lo más objetivo posible. Ni la matanza de Tlatelolco del 68 ni la masacre de Ayotzinapa (los filmes existentes han sido tendenciosos o simplistas) han tenido una obra fílmica que desentrañe la complejidad de sus hechos en sus profundas dimensiones. La tragedia del Metro de la CDMX aguarda también una obra que revele la verdad y la falsedad de un suceso que seguirá siendo una dolorosa herida abierta en nuestra sociedad.