Eduardo Nateras

Cienfuegos: con prisa y sin calma

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras
Eduardo Nateras
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A poco más de un mes de haber sido detenido en el aeropuerto de Los Ángeles y trasladado, posteriormente, a la ciudad de Nueva York, a media semana fue liberado y retornado a nuestro país el general Salvador Cienfuegos, luego de que una jueza federal levantara todos los cargos en su contra, a solicitud de los fiscales estadounidenses encargados del caso.

Ha sido tan sorpresiva su liberación como en su momento lo fue su detención. Sobre todo, si se considera que en su contra pendían cargos por narcotráfico y lavado de dinero, mismos que las autoridades de Estados Unidos suelen tomarse muy seriamente. Pero, así, sin más, en una sesión de apenas unos cuantos minutos, la jueza Carol Amon levantó los cargos en contra de Cienfuegos y transfirió la responsabilidad de investigación a las autoridades mexicanas.

Por otro lado, igualmente sorpresivo ha resultado el cambio de discurso en este proceso, pues la liberación sorprendentemente expedita se da luego de que, en su momento, le fuera negado el pago de una fianza para llevar el juicio en libertad, bajo el argumento de que existía un riesgo considerable de que se diera a la fuga. Además, las autoridades norteamericanas dijeron confiar en el compromiso de hacer cumplir la ley por parte de las autoridades mexicanas y en los esfuerzos conjuntos en contra del tráfico ilegal de drogas, cuando en innumerables casos de esta índole se ha argumentado justo lo contrario.

Su detención significó un duro golpe a la credibilidad y prestigio de las Fuerzas Armadas y, con el paso de las semanas, generó mucha presión para el Gobierno de México, al no haber recibido notificación alguna previo a la detención del general Cienfuegos y contar con prácticamente nula información en torno al caso, lo que levantó todo tipo de incomodidades y temores sobre la vulnerabilidad del Estado mexicano, ante el tipo de información que pudiera ventilarse durante las investigaciones.

Ante ello, es un hecho que la liberación vino precedida de una negociación al más alto nivel, pues también se hizo público que se sobrepuso la cooperación y la relación bilateral, a la decisión de mantener bajo custodia a quien fuera secretario de la Defensa Nacional durante el sexenio pasado. Con todo, resulta un verdadero enigma saber cuál fue la carta de cambio que jugó el Gobierno mexicano para hacer ceder en su decisión a las autoridades estadounidenses, involucradas en un presunto caso de narcotráfico del máximo perfil.

Entretanto, la forma en la que se han dado los hechos se presta a todo tipo de especulaciones, que incluyen los dichos de supuestos testigos protegidos, información clasificada y sensible de por medio e, incluso, cambios en pactos y acuerdos con la administración del todavía presidente estadounidense que, ante su derrota electoral, parecen haber llegado a su fin.

Con muchas más dudas que certezas, el general ya se encuentra —en libertad— en su domicilio en el Estado de México, sin que, al momento, haya proceso alguno abierto en su contra. Las vueltas que da la vida, caray.