“El regreso a la normalidad”

DESDE LAS CLOACAS

EL DUENDE
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Estamos ansiosos, ha iniciado la cuenta regresiva para arrancar lo que se han empeñado en llamar “la nueva normalidad”. Un concepto que casi, por decreto presidencial, va a cambiar las cosas. Hasta un semáforo nos hemos inventado.

Y esta nueva realidad, no sólo cambiará todo, sino que lo hará para bien, o al menos ese ha sido el mensaje del Presidente López Obrador, quien, dicho sea de paso, se ha adueñado por adelantado de ese cambio positivo.

El tabasqueño acuñó el término y ahora nos encaminamos a ese país que él piensa que tenemos o que tendremos. No sé por qué me acordé de Foxilandia.

Y lo peor es que en esas dualidades, la real es la que viven los mexicanos, los ciudadanos de a pie, no la que habita la mente de los políticos.

En la Ciudad de México a los doctores, enfermeras y otros trabajadores de la salud de una pequeña clínica en Tláhuac les fue informado la semana pasada que ahora serán un Centro Covid.

Ante la noticia, las caras de sorpresa de los empleados fue mayúscula, no por falta de vocación, sino porque la clínica apenas tiene insumos para atender las enfermedades que ya los aquejaban antes del inicio de la epidemia.

Esta clínica además, se encuentra en una de las zonas de mayor contagio en el país, al oriente de la capital mexicana, un corredor de alcaldías y municipios que han sido tierra fértil para los contagios y hasta donde los insumos han tardado en llegar o simplemente no han llegado.

No hay pruebas, no hay infraestructura médica y lo único que sí hay es la mano dura del gobierno lopezobradorista que por decreto les ha ordenado ir a la guerra sin fusil. 

Les cuento que en el IMSS, el llamado “Bono Covid —un reconocimiento de 20 por ciento del salario para el personal que atiende la contingencia— se ha estado negociando sólo para algunos sectores y para otros no.

El sindicato ha metido su cuchara para regatear este reconocimiento, sí, regatearlo, a quienes se están jugando la vida.

El regreso “escalonado” también será un balde de agua fría para las y los empresarios, ya que tras haber quedado golpeados por el impacto económico, aún tendrán que apretarse más el cinturón.

En estados donde hay industria automotriz, de autopartes y aeroespacial, los gobernadores han pedido al Gobierno federal que, a su vez, negocie con los inversionistas para que ellos sean quienes paguen las pruebas Covid, así como el transporte seguro y sanitizado para los trabajadores. En esta rebatinga, los empleados son los que están en riesgo.

Y por si algo faltara, antier venció el acuerdo del Gobierno federal con los hospitales privados para que éstos ayudaran con pacientes en el segundo nivel de atención. Justo en el momento de mayor contagio y cuando más camas se necesitan.

Esa es la cruda realidad de esta “nueva normalidad” que para muchos sigue llevando el sello de la llamada “4T”.