Gabriel Morales Sod

Israel, otra vez, a elecciones

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
Gabriel Morales Sod
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Lo que a los ojos del mundo parece una locura, la noticia de una cuarta elección en menos de dos años, en el ápice de la crisis económica y de salud más significativa que ha sufrido el país en las últimas décadas, el público israelí la recibió con indiferencia. Hace tan sólo ocho meses, Benny Gantz, quien venciera a Netanyahu en dos de las tres últimas rondas electorales, sorprendió a su público, anunciando un gobierno de coalición con Benjamín Netanyahu, aquel con quien prometió nunca pactar.

En el papel, el nuevo gobierno prometía a Gantz el puesto del primer ministro en un acuerdo de rotación que habría de cumplirse en 2021. Nadie, y hasta cabe la duda si el propio Gantz, creyó en la palabra de Bibi. Todos predijeron que como ha ocurrido una y otra vez, Netanyahu rompería sus promesas, buscando en el momento adecuado cualquier pretexto para ir a nuevas elecciones y mantenerse en la silla. Esto fue precisamente lo que sucedió hace dos semanas, cuando violando el acuerdo central del pacto de coalición, Netanyahu se negó a pasar un nuevo presupuesto, sin importar que el país necesita desesperadamente de recursos para afrontar la crisis.

Todo estaba listo tal y como lo planeó Netanyahu. Sin embargo, la escisión de Gideon Saar, miembro de su propio partido, tomó al primer ministro por sorpresa. Según las encuestas el nuevo partido de Saar le podría quitar a Netanyahu su sueño más deseado, una mayoría parlamentaria necesaria para pasar leyes que lo vuelvan inmune ante su juicio por corrupción. Por ese motivo trató desesperadamente de evitar las elecciones que él mismo provocó. No obstante, en un drama característico de la política israelí, en el último minuto, una miembro del partido de Bibi, escondida en el estacionamiento del parlamento, salió a anunciar que dejaba el Likud para unirse a Saar, votando en contra de una extensión necesaria para seguir las negociaciones que podrían haber evitado elecciones. Es así como, en contra de la voluntad de prácticamente todo israelí, un país cansado de política, políticos, elecciones y manipulaciones, entra en su cuarta ronda electoral.

El panorama es incierto. A diferencia de la elección pasada, donde había dos claros rivales, Gantz y Netanyahu, esta elección parece más bien ser Netanyahu y los ultra ortodoxos contra el resto del país; incluso la extrema derecha y la derecha moderada están en su contra. Con el centro-izquierda fulminado después de la traición de Gantz, pocos saben hoy por quién votar. El primer ministro inmediatamente desplegó su estrategia habitual diciendo que sólo él, y no Saar, podrá evitar un gobierno de izquierda. Sin embargo, esta vez le va a ser mucho más difícil señalar a su rival, un acérrimo derechista, de izquierdista. La fecha para las elecciones es el 23 de marzo. Para entonces no se espera un cambio significativo ni en la crisis de salud ni en la crisis económica. Tal vez así, en el medio de una profunda emergencia nacional y con algunos partidos de derecha en contra de Netanyahu, pueda el país decirle adiós a un líder que en los últimos tres años lo ha mantenido como un rehén, utilizando su poder para tratar de salir de un hoyo de corrupción y tráfico de influencias que él mismo cavó.