Gabriel Morales Sod

De nuevo cuarentena

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
Gabriel Morales Sod
Por:

La respuesta de Israel al Covid-19 al inicio de la epidemia fue un éxito. No solamente el país cerró sus fronteras rápidamente, sino que la estricta cuarentena que se impuso logró contener la epidemia. Recuerdo cómo en las primeras semanas de la crisis, el primer ministro Benjamín Netanyahu daba conferencias de prensa diarias en donde presumía que líderes de todo el mundo le preguntaban cuál era la receta secreta para enfrentar el virus. También me acuerdo de los días posteriores al fin de la cuarentena en mayo.

Me considero un ciudadano respetuoso de las normas, en particular de aquellas que cuidan la salud pública. Sin embargo, después de un par de días de andar con cubreboca en todas partes, me sentí hasta ridículo cuando era el único en los autobuses que vestía una. Así pasamos dos semanas creyendo que el virus había perdido fuerza (los líderes del país así lo creían también) y, aunque temerosos aún de una segunda ola, pensábamos que no tendríamos que enfrentarnos a ésta hasta el invierno. En Tel Aviv, cansados de meses de encierro, los jóvenes salieron a las playas, organizaron fiestas, amigos cercanos planearon bodas que habían tenido que cancelar por la cuarentena. Y fue así como un día, sin esperárnoslo, el virus regresó más agresivo que nunca.

En las semanas de calma, el coronavirus desapareció de los titulares. Como si el mundo no se estuviese enfrentando a una pandemia, Netanyahu trató de avanzar su plan para anexar los territorios ocupados y siguió con su ataque incesante a las cortes, tratando de destruir su legitimidad antes de su juicio por corrupción. Y mientras el primer ministro estaba ocupado en su supervivencia política, el virus encontró una nueva casa entre los árabes y los ortodoxos, cuyas ciudades rápidamente se convirtieron en focos rojos. Días antes de que llegara el país a nuevos récords, Netanyahu estuvo a punto de ir a nuevas elecciones para salvar su pellejo; así de desconectado con la realidad estaba y está el primer ministro.

Hace dos semanas, a los epidemiólogos les quedó claro que la segunda ola llegó para quedarse y recomendaron rápidamente someter a una estricta cuarentena a las ciudades “rojas”. El público, enfurecido con el pésimo manejo de la crisis, esperaba una acción inmediata. Sin embargo, los partidos ortodoxos le pusieron un veto a Netanyahu. Con las fiestas judías acercándose, los ortodoxos se negaron a someter a su población a una nueva cuarentena, incluso cuando alrededor de 15 por ciento de este público ha tenido Covid. Netanyahu sabe que sin sus aliados ortodoxos su futuro está en juego y, por lo tanto, en lugar de seguir las recomendaciones de los expertos, decidió someter a todo el Estado a una nueva cuarentena. El primer país en el mundo que ha tomado tal decisión.

Ustedes se preguntarán ¿cómo es que Israel pasó de ser un líder mundial a ser el fracaso más grande? La respuesta no está en sus excelentes científicos, ni siquiera en la falta de recursos de sus hospitales. Todo se debe al manejo de la crisis. A un líder cuyo único objetivo no es la salud del público y el bienestar de la economía, sino su supervivencia política. El viernes comienza la nueva cuarentena por tres semanas.