Gabriel Morales Sod

Terror en Israel

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El martes cinco personas fueron asesinadas, cuatro de ellas civiles y un policía, en un ataque terrorista en Bnei Brak, a pocos kilómetros de Tel Aviv. Éste es el tercer ataque terrorista en Israel en menos de una semana; una ola de violencia de una magnitud que el país no había vivido en años, que ha dejado ya 11 muertos, y que a la población le recuerda épocas oscuras que el país vivió durante la segunda intifada.

Esta ola de atentados es diferente a la violencia que el país ha vivido en los últimos años. En 2014, la última vez que hubo atentados en serie, una época que algunos llaman la “intifada de los cuchillos”, se trató de terrorismo espontáneo; civiles palestinos y árabes israelíes decidieron de manera esporádica y no organizada cometer atentados terroristas, generalmente con cuchillos. Los atentados de esta semana parecen de otra naturaleza: ataques armados y organizados que requieren de planificación y dinero. En el último atentado, el terrorista asesinó indiscriminadamente a cinco personas con un rifle M-16.

Aunque el Estado Islámico tomó la responsabilidad por el segundo de los ataques de la última semana, queda hasta el momento poco claro quién está detrás de la ola de violencia y si existe un vínculo entre los tres atentados. La Autoridad Palestina y el rey jordano condenaron rápidamente los ataques; y parece improbable que Hamas, que se encuentra en proceso de negociación con el gobierno israelí para obtener concesiones para la Franja de Gaza, haya organizado esta ola de terror. Probablemente se trata de uno o varios grupos radicales a la derecha de Hamas, que frustrados por la moderación de otros actores palestinos decidieron organizar nuevos ataques.

En paralelo a la ola terrorista, el gobierno israelí ha liderado en las últimas semanas dos encuentros históricos que auguran una mayor estabilidad en la región. Primero, el primer ministro israelí, Naftali Bennett, visitó y durmió por una noche en Egipto, donde se reunió con el presidente egipcio y heredero al trono de los Emiratos Árabes Unidos. Sólo una semana después, en un momento aún más histórico, los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Marruecos, Egipto y Bahrein llegaron a Israel a la Cumbre del Negev. Una reunión que pretende consolidar los Acuerdos de Abraham que se firmaron en 2020 y que son la base para una cooperación sin precedentes entre el mundo árabe sunita e Israel para garantizar la estabilidad en la región y promover el desarrollo económico.

El contraste entre esta cumbre de la paz y los ataques es difícil de asimilar. Israel podrá seguir profundizando relaciones en la región y, posiblemente, los Acuerdos de Abraham continuarán expandiéndose para incluir a nuevos países del golfo Pérsico. Sin embargo, ningún acuerdo regional hará desaparecer a los palestinos. Israel deberá, tarde o temprano, afrontar la realidad y decidir por una de las únicas dos opciones en este momento: o una solución negociada con los palestinos o la creación de un solo Estado, con derechos para todos, que pondría fin al Estado de Israel como un Estado judío.