Guillermo Hurtado

La función política de la mentira

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Alexandre Koyré fue un pensador europeo de origen ruso, que vivió durante muchos años en los Estados Unidos. Es conocido, principalmente, por sus estudios sobre la historia de la ciencia. En 1943 publicó un ensayo con el título “Reflexiones sobre la mentira” que ha sido reeditado en varias ocasiones (hay una traducción al español publicada por la editorial argentina Leviatán). Este opúsculo sigue siendo de actualidad. Los que dice Koyré sobre la perversa relación entre la mentira y el totalitarismo nos ayuda a entender mejor la deformación pública de la verdad que hemos experimentado en años recientes.

Koyré afirma que la norma de que no se debe mentir, defendida por todos los sistemas morales, en realidad nunca se ha respetado; y no faltan razones para ello. Por ejemplo, en situaciones de dominación política, la mentira es uno de los pocos recursos que dispone el sujeto subordinado para protegerse de los abusos de los poderosos. Pero en otras esferas de la vida, la mentira también se ha considerado como una práctica tolerable hasta cierto punto, por ejemplo, en el comercio. Así dice Koyré: “En términos generales, no hay obligación moral de decirles la verdad a todos. Y no todos tienen el derecho de exigirla”. A lo largo de la historia humana, la mentira siempre se ha aceptado e incluso fomentado.  

La minoría dirigente del partido de “nosotros” está dispuesta a mentirle sin compasión a las masas que la apoya, es decir, al grueso de los “nosotros”, con tal de que eso sirva a su campaña en contra de “ellos”. Koyré le llama “conspiración a la luz del día” a la estrategia de los partidos totalitarios para llegar al poder

El totalitarismo, afirma Koyré, está fundado en la dicotomía entre “nosotros” y “ellos”. Esta división tiene un efecto en el campo de la verdad. La norma de no mentir se transforma en el imperativo doble de que entre “nosotros” no debemos mentirnos, pero a “ellos” sí debemos hacerlo. En un estado de guerra, por ejemplo, es fundamental que los aliados reciban información exacta, pero que los enemigos reciban información deficiente. Si la política se concibe como una guerra civil entre “nosotros” y “ellos”, los que se definen como “nosotros” justificarán que se les mienta a “ellos” todo lo que se pueda para debilitarlos. No obstante, Koyré observa que no todos los “nosotros” son iguales. La minoría dirigente del partido de “nosotros” está dispuesta a mentirle sin compasión a las masas que la apoya, es decir, al grueso de los “nosotros”, con tal de que eso sirva a su campaña en contra de “ellos”. Koyré le llama “conspiración a la luz del día” a la estrategia de los partidos totalitarios para llegar al poder.  

Hacia el final de su ensayo, Koyré distingue de una manera un tanto ingenua entre la ciudadanía de un régimen totalitario y la de un régimen democrático liberal. La primera ha aceptado vivir en la mentira, la segunda insiste en vivir de acuerdo con la verdad. La situación en la actualidad no es tan sencilla, ya que ni el populismo contemporáneo es idéntico al totalitarismo del siglo anterior, ni las democracias liberales actuales son un inmaculado imperio de la verdad. Koyré no conoció los nuevos medios de comunicación, como el Internet, no conoció los mecanismos que disponen los poderosos para modificar las creencias, las emociones y las acciones de los sujetos. Estos dispositivos se usan de manera indiscriminada en los gobiernos totalitarios y en los gobiernos democráticos por igual.

Koyré no conoció los nuevos medios de comunicación, como el Internet, no conoció los mecanismos que disponen los poderosos para modificar las creencias, las emociones y las acciones de los sujetos. Estos dispositivos se usan de manera indiscriminada en los gobiernos totalitarios y en los gobiernos democráticos por igual

Alexandre Koyré, en una fotografía de archivo.
Alexandre Koyré, en una fotografía de archivo.Foto: Especial