TEATRO DE SOMBRAS

El ideario echeverrista en 1970

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Luis Echeverría protestó como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos el 1 de diciembre de 1970. El discurso que ofreció en aquella ocasión nos da algunas pistas para entender el entorno político, económico y social de México de ese momento y los retos a los que se enfrentaba el gobierno naciente.

Echeverría subrayó un dato que, en ese tiempo, resultaba impactante: la explosión demográfica. Así lo decía: “Cuando esta década termine seremos casi setenta millones de habitantes y dentro de veinte años llegaremos muy probablemente a los cien millones. Libramos una dura batalla contra el tiempo.” El presidente afirmaba que era preciso tomar en cuenta este fenómeno poblacional para desarrollar el modelo de país.

La explosión demográfica, sin embargo, no asustaba a Echeverría. Así decía: “He manifestado en diversas ocasiones que el crecimiento demográfico no es una amenaza sino un desafío que pone a prueba nuestra potencialidad creadora.” Tan no lo veía como una amenaza que descartaba categóricamente la necesidad de imponer un control de la natalidad, como en China. Decía el presidente: “Los mexicanos no aceptamos intervenciones coercitivas en ámbitos que pertenecen al ámbito de libertad de la persona humana”.

La solución ofrecida era impulsar una expansión de la economía que estuviera acompañada de una redistribución del ingreso. Las dos cosas debían ir juntas. Así lo afirmaba Echeverría: “Quienes pregonan que primero debemos crecer para luego repartir, se equivocan o mienten por interés”. Echeverría desarrollaba la misma idea en otro párrafo de su discurso. Lo vuelvo a citar: “Necesitamos crear más de medio millón de empleos al año, pero no lo haremos a costa de la dignidad humana. Muchos compatriotas se ven obligados a aceptar, por indigencia, condiciones laborales precarias.”

Además de proteger a los trabajadores, Echeverría sostenía que el Estado mexicano, que todavía se consideraba heredero de la Revolución mexicana, en línea directa de la Constitución de 1917, no podía dejar de intervenir en el terreno económico. En sus palabras: “La expansión demográfica y la acumulación de carencias exigen aumentos constantes en el gasto público y mayor agilidad en el régimen impositivo. Sanearemos los mecanismos recaudatorios para que sean más idóneos y estemos en aptitud de ampliar la inversión gubernamental y la infraestructura básica, siempre con la convicción de que, si el incremento de la economía no corresponde a un aumento de la capacidad del pueblo para trabajar, crear y consumir satisfactores, estaremos, en realidad, empobreciendo al pueblo.”

Para lograr todas esas tareas, Echeverría afirmaba que los mexicanos debían “vivir a plenitud la filosofía profunda de la Constitución de 1917.” Su lema de campaña quedaba explicado de esta manera: “Reanudaremos la obra tenaz de las pasadas generaciones. Vayamos hacia arriba, el encuentro del porvenir que deseamos para México. Reavivemos nuestra alianza nacional. Vayamos siempre adelante, sin altos ni desviaciones, en la infatigable conquista el progreso.”