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La necesidad de institucionalización de las empresas familiares

NUEVOS HORIZONTES

IRALTUS*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
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*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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Por Juan Pablo Murrieta Rodríguez

Más del 90% de las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, son empresas familiares; empresas emblemáticas como Bimbo, Quesos San Jacinto o Akron, entre muchas otras, iniciaron bajo un esquema de este tipo.

Las empresas familiares permiten generar un patrimonio, promueven el empleo, innovación y tienen un impacto significativo en la actividad económica del país; sin embargo, el proceso de consolidación como corporativos institucionalizados no siempre es exitoso, se estima que el promedio de vida de la empresa familiar es de 25 años.

Cifras del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE) señalan que 33% de las empresas familiares en México sobrevive el paso a la segunda generación y sólo el 15% trasciende a la tercera generación.

Las empresas familiares se caracterizan por la concentración de decisiones y procesos en el dueño, en familiares o en gente muy cercana a ellos. Estos líderes enfrentan el desafío de alinear los intereses de la familia con los objetivos del negocio, lo que pone en riesgo la continuidad de la empresa en el mediano o largo plazo.

Para garantizar la continuidad de la empresa es indispensable cambiar de perspectiva, repensar la estrategia y buscar formalizar la organización y la operación, además de institucionalizar una cultura acorde a esta nueva perspectiva. Lo anterior implica, entre otras cosas, definir una estructura acorde a las necesidades de la empresa, repartir responsabilidades, formalizar el proceso de toma de decisiones, establecer objetivos y exigir a cada área resultados concretos.

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La institucionalización de la empresa demanda de un esfuerzo importante; se refiere a la implementación de estructuras, procesos y mecanismos ligados a la actuación y comunicación de los órganos de gobierno y de administración, documentando estrategias y objetivos, responsabilidades, facultades, procesos, controles, riesgos y sistemas de gestión, entre otros factores, que en su conjunto enfoquen y alineen a la empresa en una misma dirección.

Lograr enfoque y dirección única para la empresa permite crecer de forma estructurada, desarrollando estrategias de mediano y largo plazo; se cumple también el propósito de disminuir la dependencia en una sola persona y permite asegurar que el negocio siga existiendo y prosperando aun cuando los fundadores o sus familiares ya no estén en él. La institucionalización tiene como resultado que el conocimiento y experiencia de las personas se queden en la empresa y sean la base sobre la cual se continúe su operación y crecimiento.

El proceso es diferente para cada negocio; sin embargo, en todos los casos la institucionalización busca fortalecer y optimizar la operación, fomenta un desarrollo más responsable acorde a las condiciones del mercado y a los cambios generados por la globalización y la competencia.

Sólo mediante una estructura adecuada y apoyándose en buenas prácticas corporativas se podrán mitigar riesgos, evitar malas gestiones y atraer inversiones de capital que le permitan a la empresa crecer de manera sostenible en un entorno cada vez menos predecible.