Javier Solórzano Zinser

Corte, INE y TEPJF, el debate es de ida y vuelta

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Sin necesariamente compartir las razones de fondo en sus críticas a la Corte, al INE y al TEPJF,  habrá que reconocer que el Presidente ha logrado sacudir como en pocas ocasiones en la historia reciente del país a estas estratégicas instituciones, lo cual nos viene bien como sociedad.

La crítica oscila entre algo que parece ser una molestia o enojo por decisiones que se han tomado en estas instituciones, las cuales le han afectado al mandatario en otros tiempos, sin pasar por alto que algunas de éstas fueron efectivamente cuestionables, junto con una visión de cambio que no queda del todo clara.

Los aparatos de justicia son uno de nuestros grandes rezagos. Por más que se ha tratado de transformarlos, los problemas están enquistados y no se han dado las condiciones plenas para revertir la impunidad y el riesgoso estado de las cosas. El proceso de cambio pasa por diversas variables entre las que está el cambio de mentalidad, nuevas formaciones profesionales y el rompimiento de las cadenas de corrupción que tanto daño causan a la instrumentación de la justicia.

Con todo, la SCJN ha tenido una evolución importante. Se ha ido abriendo por convicción y por la irrupción de una sociedad cada vez más activa. Se ha transformado desarrollando sus actividades de manera pública cuando en otro tiempo se hacían a puerta cerrada, era un mundo absurdamente vedado.

No tiene sentido criticar a las y los ministros por oponerse a que se alargue el mandato del presidente de la institución. Lo único que están haciendo es aplicar reglamentos que tienen su razón de ser, señalar a la Corte por un hecho como éste termina por atender lo menos por lo más, pasando por alto observaciones de mayor envergadura.

La Corte, el INE y el TEPJF son susceptibles de procesos de cambio. En el caso del INE desde el Gobierno tienen la espada desenvainada en su contra, más que por buscar ajustes y cambios que le dieran mayor fortaleza, recordemos una vez más que es una instancia con alto nivel de credibilidad, pareciera que de lo que se trata es crear un instituto a imagen y semejanza del poder político.

Lo que queda claro con estas tres estratégicas instituciones es que no se pueden cambiar sin el concurso de la sociedad y no solamente del gobierno y partidos políticos. En los últimos dos años, el INE se la ha pasado más que en medio de la crítica y el diálogo, bajo amenazas e intimidaciones.

Muchas de las observaciones al instituto han sido respondidas por los consejeros de manera puntual, pero hemos terminado en terrenos en los que las respuestas, no sólo en el caso del instituto, no son atendidas o de plano son soslayadas.

Al final lo que queda en el imaginario colectivo no es la respuesta a la crítica, sino la crítica original la cual no necesariamente es válida.

Lo que sí se ha podido apreciar es que el Tribunal Electoral pasa por una crisis institucional. Además de que ha estado en constante confrontación con el INE, está claro que requiere de un cambio de fondo, porque independientemente de las delicadas rebatingas que se dan en su interior, no está respondiendo a las exigencias de ser la puerta final de los procesos electorales.

Mucho hay que hacer, pero buscar salidas sin debate y discusiones va a terminar colocando organizaciones estratégicas al gusto de quien gobierna, que no olvidemos va a dejar el poder en 2024.

Se requieren de instituciones con bases firmes y de largo aliento. Con las limitaciones que puedan tener son un bastión de la democracia, será un retroceso hacerlas a imagen y semejanza de lo que quieren los gobiernos, se trate del de ahora o del que venga.

RESQUICIOS

El toma y daca sobre el color del semáforo en la capital nos está llevando a que cada quien le haga como cree y puede. Es su bronca si andan con sus riesgosas diferencias, el problema está en qué tenemos que entender sobre el semáforo los ciudadanos; ¿con estos ambiguos criterios quieren clases presenciales?