Javier Solórzano Zinser

Echeverría en CU (2)

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser
Por:

Desde muy temprano llegaron grupos que no tenían nada que ver con la universidad a las inmediaciones del auditorio Salvador Allende de la Facultad de Medicina. 

Fue evidente que trataron de violentar las cosas, era claro también que muchos de ellos no eran jóvenes ni obedecían a lo que se podría definir como perfil universitario.

Si dentro del recinto existía al menos el intento de diálogo afuera era algo así como un todos contra todos. Cuando parecía que se iban a calmar los ánimos alguien se encargaba de volver a encender la mecha para que todo se volviera a agitar y violentar.

No había consignas, no había peticiones, ni siquiera  había pancartas. Se trataba de la provocación por la provocación. Era claro que se trataban de infiltrados sin quedar claro de dónde procedían, en aquellos años el gobierno tenía muchos agentes, les llamaban “orejas”, en diversas instituciones de educación superior, particularmente en la UNAM y el IPN.

Días después en los debates sobre la visita y en versiones periodísticas se estableció que efectivamente hubo infiltrados que procedían de colonias populares cercanas a la universidad, y que efectivamente “gente del gobierno” había llegado muy temprano para meterse estratégicamente al auditorio, en tanto que otros se habían quedado estratégicamente afuera.

El gobierno sabía bien a lo que se exponía con la visita. Echeverría empezaba a declinar, su popularidad iba a la baja, mientras la economía del país estaba pasando por una crisis de la cual ya no salió.

El entonces presidente quería dar un golpe de reconciliación con los estudiantes y la mejor manera de hacerlo era visitando la UNAM. El deterioro de su administración empezaba a ser manifiesto, estaba en la fase en que además tenía que pensar en quién lo iba a sustituir.

En la universidad se sabía todo eso. Nunca quedó claro qué tan en favor de la visita estaba el rector Soberón, por más que tuviera simpatías con el presidente conocía los riesgos que traería la presencia de Echeverría. Soberón, se asegura, no estaba en favor de la visita. Una de sus razones es lo que podría provocar al interior de la universidad en donde Echeverría era señalado y sistemáticamente criticado.

La huida del presidente de CU está llena de leyendas urbanas. Se asegura que en el paseo de las facultades detuvieron a una persona que iba en un auto, el cual traía tesis, las cuales en el momento en que se subieron todos los que pudieron al vehículo las aventaron para sentarse.

Todos estaban rebasados en medio del asombro del dueño del vehículo a quien se asegura le obsequiaron por el inesperado favor una casa del Infonavit, la cual también se asegura nunca acabaron por entregársela.

En el momento en que Echeverría dejó la UNAM como por arte de magia todos desaparecimos. Llegaron los trabajadores de la UNAM a hacer la limpieza dejándola como si nada hubiera pasado.

Días después se dieron intensos debates sobre la visita. Recordamos los de políticas, economía y medicina. El común denominador fue señalar el oportunismo de Echeverría, del rector y de quienes impulsaron y alentaron la visita.

A partir de este hecho ningún presidente ha podido entrar a la UNAM. Algunos candidatos a la Presidencia lo han hecho, significativamente Cuauhtémoc Cárdenas, otros también han entrado a la universidad por la puerta de atrás y a las siete de la mañana, como fue el caso de Ernesto Zedillo.

Luis Echeverría sólo pudo regresar a la UNAM para ser vacunado. De otra manera era imposible. A la distancia, su visita a CU terminó por ser un acto de provocación que de nada sirvió para resarcir su deteriorada imagen. Usaron a la UNAM y la UNAM no se dejó.

RESQUICIOS

El Presidente sigue pensando que los dos años más al ministro Zaldívar no es inconstitucional. El lío está en puerta, porque de nuevo estamos en el voy derecho y no me quito sin importar lo que establece la Constitución; hay riesgos grandes para el presente y futuro.