Javier Solórzano Zinser

Elecciones, presente confuso y junio incierto

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser
Por:

Independientemente de la decisión del INE de ayer, respecto a la cancelación o no de diversas candidaturas, particularmente la de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón, por no cumplir con los requisitos legales, es claro que estamos ante un problema mayor al que no se le ve salida.

La mayoría de los integrantes del TEPJF, como última instancia, parecieran estar a favor de no quitarle la candidatura a los morenistas. Su presidente le da vueltas a la ley como si no fuera suficientemente clara y no fuera producto de discusiones de años en que la oposición, hoy Gobierno, exigía su aplicación.

No es un asunto de ánimos o enconos. Estamos ante diferentes concepciones del papel de las instituciones de la sociedad, y señaladamente el INE como árbitro y garante del proceso electoral. Sin soslayar los devaneos por los que ha pasado el Instituto, la relevancia que tiene la legalidad de las elecciones es clave para el desarrollo de la democracia, es lo que le da credibilidad, certidumbre y transparencia, lo cual está en manos de una institución de alta credibilidad en la sociedad.

El presente es confuso y el futuro no se visualiza, no queda claro hacia dónde vamos después de las elecciones. El viaje electoral está siendo profundamente confuso y no se ve cuál pueda ser su destino final.

Las consecuencias de impugnar al INE están llevando a cuestionar las elecciones. Un resultado adverso para el proyecto presidencial pudiera ser motivo de mayores confrontaciones del Gobierno y Morena contra el Instituto. Bajo las condiciones en que se están dando las cosas, quizá no pase por el análisis de la elección la eventual decisión de un voto ciudadano adverso, el responsable, o si quiere de manera maniquea el “culpable”, va terminar siendo el INE; de alguna manera se está preparando el terreno para ello.

No se ve que Morena vaya a perder la mayoría en el Congreso, quizá no tenga un triunfo tan contundente como en 2018. Muy probablemente se llevará al menos 10 gubernaturas, a lo que se sumarán estratégicos triunfos en congresos locales y alcaldías.

Se perfila que el partido del Presidente avance, pero no al grado de lo que se llevó hace tres años. Sin embargo, para un partido de reciente creación un triunfo de esta naturaleza lo coloca en una posición de privilegio y fuerza para y en la gobernabilidad.

Pero que quede claro, difícilmente se va a repetir lo sucedido en 2018. Fue un hecho único en que se conjuntaron una serie de situaciones que igual tenían que ver con el hartazgo de la sociedad, que con la esperanza en la que se fue convirtiendo López Obrador, más allá de su partido.

Las cosas en esta elección van a ser distintas. La diferencia más importante está en que el Presidente no va a estar en la boleta y que, a querer o no, en muchos casos se va a pasar la cuenta de la gobernabilidad de estos tres años.

Por ahora el gran reto está en cómo destrabar la confrontación entre el Presidente y Morena con el INE. Es evidente que la dirección del partido lo que hace de manera puntual es seguir las indicaciones del Presidente, y mientras no cambie la opinión de López Obrador sobre el Instituto, las cosas seguirán bajo la misma tensión y un riesgoso enfrentamiento.

Desacreditar al INE lleva al proceso electoral a una lamentable incertidumbre. Las críticas y amenazas al Instituto y sus consejeros están creando un ánimo que en cualquier momento puede explotar, sin descartar hechos de violencia.

Si lo que buscan es cooptar al INE y hacerlo a modo, eso sí sería “exterminarlo” y someter a la democracia, por más que en las ocurrencias quieran hacer una coperacha para pagar una multa y liberar la sanción.

No se pueden tirar por la borda años de dolorosa y jubilosa construcción democrática de la cual todos somos partícipes, incluyendo a quienes hoy gobiernan.

RESQUICIOS.

Segunda dosis. De nuevo bajo un proceso de extraordinaria organización y calidez, se nos aplicó la segunda vacuna. Gracias.