Javier Solórzano Zinser

¿Golpistas? Lo que quieren son medicinas

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser
Por:

Las manifestaciones de los padres y madres de los niños con cáncer en otro tiempo hubieran sido vistas con solidaridad a lo que se hubieran sumado severas críticas al gobierno en turno.

Hoy el uso del lenguaje es otro, se habla de que detrás de todo esto puede haber intentos golpistas por parte de las familias, porque además se busca también detrás del movimiento la solidaridad internacional.

Hemos conversado con varias madres y padres de familia afectados. No hemos encontrado el más mínimo resquicio para pensar o imaginar que detrás de sus manifestaciones se encuentra un intento golpista o que detrás de ellas y ellos se encuentre algún partido político u organización que los esté impulsando; tratando de interpretar el lenguaje poco solidario de la autoridad de hablar de una mano que mece la cuna o alguien que los esté manipulando.

El asunto es tan sencillo como que los niños llevan más de un año sin recibir los medicamentos. Lo que demandan es algo más que atención, lo cual a menudo se debe más a las manifestaciones que han organizado, por ejemplo en la Terminal Uno del aeropuerto, porque les ofrezcan respuestas y soluciones concretas.

A decir de uno de los padres, Israel Rivas, el Presidente les ha prometido en siete ocasiones que el problema se va a resolver, en tanto que las autoridades de salud lo han hecho “más de 20 veces”.

Hacerle ver a la sociedad que detrás de las protestas y justificadas exigencias se encuentra una manipulación o actos que lo que buscan es atacar al Gobierno es lamentable. Es perder de vista lo que tienen que hacer madres y padres de familia para poder atender a sus hijos, pero sobre todo, es colocar a las niñas y los niños al borde de la muerte.

Al principio del sexenio quedó claro que en lo inmediato no se iban a poder entregar los medicamentos, porque el Gobierno estaba diseñando una nueva estrategia en lo que corresponde a la producción y distribución de medicinas. Sin embargo, el problema no se resolvió, más bien parece que lo único que están haciendo es darle largas a las familias y al no tener respuesta los empiezan a ver como enemigos del régimen o golpistas.

Está claro que las autoridades no se han adentrado en el problema y no han entendido lo que están sufriendo muchas familias en el país. Podrían fácilmente ir a la casa de una de estas familias para conocer lo que se vive cotidianamente.

Podrían ver cómo los niños y las niñas están siendo afectados por la falta de medicamentos, cómo se va deteriorando su estado de salud, cómo van perdiendo peso y cómo también conservan un maravilloso sentido de la vida.

Se presuponía que el sábado pasado iba a empezar a resolverse el problema porque llegarían las medicinas, lo cual no sucedió. De nuevo las familias se sintieron engañadas y más con la declaración fuera de lugar del subsecretario de Salud, quien colocó detrás del movimiento y las protestas una intentona de golpe de Estado en un programa de televisión, en donde los participantes dieron por buena la afirmación.

Estamos en tiempos en donde todo aquello que es una protesta, una crítica o algo parecido contra el Gobierno se interpreta como si fueran acciones que pretenden poner en evidencia a la autoridad, no entienden que puede ser una genuina exigencia que no tiene que ver con la política. De lo que se trata es de atender un problema que afecta la salud de niñas y niños con cáncer y que se acude al Gobierno porque es el rector de la sociedad.

Es un exceso la interpretación que las autoridades hacen de algo tan claro como es el que los niños tengan sus medicinas, lo cual es una responsabilidad y obligación del Gobierno.

RESQUICIOS

La multicitada Corte autorizó la expedición generalizada de permisos individuales para consumo recreativo de la cannabis. Hizo lo que el Congreso no hizo, a pesar de las muchas veces que la Corte lo convocó a ello. Entre la politiquería y los miedos se hacían a un lado hasta que les enseñaron el camino.

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.