Javier Solórzano Zinser

La necesidad del ida y vuelta

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En la polémica que provoca a diario la mañanera aparecen una infinidad de temas que se quedan a la mitad, en el olvido o la confusión muchos de los cuales merecerían mayor atención. 

Es a menudo inevitable, porque el Presidente no deja pasar un solo asunto sin importar su relevancia. Hay temas que pueden ser escandalosos y acaparar la atención, los cuales acaban por ser más mediáticos que importantes. Hay otros en que las respuestas y opiniones se van dando a lo largo del día o días ante los que difícilmente el Presidente entra en los terrenos del acuse de recibo.

Son temas que pueden llegar a pasar de largo, a pesar de que haya respuestas puntuales que bien pudieran ser retomadas debido a que son opiniones fundamentadas que muestran formas diferentes de ver las cosas.

La omnipotente voz del mandatario lleva a que lo que diga se convierta en lo que es, sin importar opiniones diferentes que muestren otras formas de ver las cosas.

Si al Presidente no le informan de ello o hace caso omiso se inhibe el debate y se descarta la posibilidad de replantearse temas con argumentos fundados que muestran formas diferentes de verse las cosas en comparación con lo que se dijo en la mañana.

La fuerza y potencia de la mañanera radican en que el Presidente desarrolla un ejercicio inédito de comunicación que le permite imponer la agenda y para tener más instrumentos para su gobernabilidad. Sin embargo, a veces falta cerrar el círculo que pasa por escuchar los argumentos de los otros.

El Presidente está expuesto a diario ante las voces que combinan la crítica, pero también a los que llama sus adversarios, entre quienes no se sabe dónde empieza una visión distinta de las cosas y dónde empieza el terreno de la adjetivización, lo cual simula tener argumentos que en el fondo son manifestaciones de la oposición o de plano van en contra de López Obrador.

Con la UNAM el Presidente lleva varios lances. En diferentes ocasiones la universidad ha argumentado que lo que se dice en la mañanera sobre diferentes temas de la institución es impreciso. López Obrador trae en la mira a la UNAM, porque considera que ha dejado de cumplir los objetivos que supone debe tener.

A la Universidad se le viene señalando por todo tipo de razones. Ha estado y estará en el centro de la sociedad, su vida se establece y desarrolla a través de la crítica y la autocrítica, la cual forma parte de su esencia, definición y actividad académica. La docencia es una prueba de ello, las clases pasan por el conocimiento y el debate.

Las críticas y señalamientos se deben dar en un marco en que se debatan las ideas escuchando las razones de la Universidad y el porqué se toman decisiones. Ya son varias las ocasiones en que la UNAM desmiente lo que se argumenta en la mañanera, lo cual no es tomado en cuenta.

Lo último fue la afirmación de que los estudiantes de medicina habían sido enviados a sus casas en plena pandemia, siendo que la decisión la tomó el sector salud.

La mañanera es un ejercicio importante, significativo y base para la gobernabilidad que permite conocer a diario cómo ve las cosas el Presidente, lo cual es de importancia social.

No sólo se debe “atender” a quienes tiene en la mira, también debe considerar a académicos, oposición, instituciones y organizaciones sociales que plantean miradas diferentes, las cuales, en muchas ocasiones, son complementarias y podrían fortalecer la gobernabilidad, la mañanera a menudo se mueve sólo de ida.

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