Javier Solórzano Zinser

La oposición ve pasar el Tren Maya

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La ausencia de la oposición en el ámbito político es cada vez más riesgosa para el desarrollo de la democracia.

No tiene sentido señalar al Presidente o a su partido. La oposición es la que se ha encargado de desaparecer del mapa político. No señalemos a la democracia ni a la gobernabilidad de la presente administración porque el problema está en otra ventanilla.

Si bien en el Congreso se han visto sometidos algunos proyectos presidenciales por la composición política, como fue el caso de la Reforma Eléctrica y todo indica será también el de la Electoral, en lo general López Obrador toma decisiones y no hay voces que lleven al Presidente a la necesidad, o si se quiere obligación, de replantearse las cosas.

La ausencia de la oposición partidista en el Tren Maya es prueba de ello. Aunque no es de oposición uno imaginaría que en una circunstancia de esta naturaleza el acomodaticio Partido Verde estaría con las causas del medio ambiente, particularmente por el entorno que rodea la construcción del tramo 5 y 6, pero no es ni será así; es mucho pedir.

Mientras que organizaciones internacionales defensoras del medio ambiente han manifestado su crítica al proyecto, el Verde se guarda en su silencio cómplice por su singular alianza con la Presidencia, de la misma manera que lo hizo antes con otros presidentes de otros partidos.

La crítica y las manifestaciones se han concentrado en un cada vez más numeroso grupo de ciudadanos que han unido sus voluntades y sus conocimientos para hacer ver la importancia que tiene que se modifiquen algunos tramos del tren.

No han encontrado solidaridad en la clase política, hablamos en particular de la oposición, que bien pudiera llevar el tema al Congreso obligando a debatirlo.

La diluida oposición está en otros menesteres. Muchos de los temas de la cotidianidad se van definiendo y estableciendo un asunto clave para los ciudadanos, pero la oposición no está ahí. Va caminando bajo el síndrome del pasado me condena ante lo cual difícilmente alza la voz por el temor a que le pongan en la mesa todo aquello de lo cual en otro tiempo formó parte de una gobernabilidad abyecta.

Pareciera que no hay manera de defender ni razonar sobre el medio ambiente en un caso como éste, de no ser que quienes lo hagan sea el grupo de ciudadanos comprometidos y conocedores de lo que se está haciendo.

Se les podrá acusar de “neoliberales”, “conservadores” o de que “tienen intereses”, pero lo cierto es que el gobierno nunca se sentó a conversar con ellos y ellos nunca tuvieron la solidaridad y el apoyo de partidos de oposición que pudieran haber sido cauce para un debate necesario, no se trataba de hacer visitas guiadas con todo y foto a la zona.

No es que los partidos de oposición vayan a cambiar el estado de las cosas, pero al formar parte del andamiaje democrático están en posibilidad de llevar asuntos de primer orden al Congreso y, si no, al menos ponerlos en la mesa del debate cotidiano para exigir respuestas, las cuales bien pudieran haber evitado la declaratoria de “Seguridad Nacional” para la obra, como lo hizo el Consejo Nacional de Seguridad o dicho de otra manera el Presidente.

A la oposición el país le está pasando de largo. Anda más preocupada por tener una candidata o candidato para enfrentar a Morena en 2024, como si ése fuera el objetivo final.

No deben quedarse solos quienes se han dedicado a investigar científicamente el caso y a comprometerse en favor del desarrollo integral de la sociedad, y que hoy se está manifestando con razones para cambiar tramos del obsesivo tren.

Esto todavía no se acaba.

RESQUICIOS.

Se filtró ayer información sobre la posibilidad de que EU active paneles de soluciones de controversias por las violaciones al

T-MEC en el sector energético de México, nuestro país plantearía el tema de las reglas de origen. Como fuere, estamos ante un asunto que tarde que temprano llegaría, puede venirse un lío grande.