“La prudencia”

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano ZinserLa Razón de México
Por:

Donald Trump va a jalar la liga hasta donde le sea posible. No hay indicio alguno de que vaya a reconocer su virtual derrota.

Su negativa puede agudizar las divisiones internas pasando a segundo plano, seguramente es una de sus intenciones, el “gobernar para todos” de Joe Biden.

Hay que insistir en las singularidades del sistema electoral de EU. No tienen una especie de INE, el cual es el árbitro electoral a nivel nacional. Cada estado se rige bajo su propia dinámica, leyes y reglas.

La definición de las elecciones se da estado por estado. Es por ello que cuando se conoce el escrutinio total, se entiende que si bien pudiera haber algún tipo de irregularidades es en el marco local, a través de sus propias leyes, como se define.

El reconocimiento a Joe Biden como presidente electo tiene como fundamento el resultado estado por estado en el todo. Ésta es la razón por la cual un buen número de presidentes lo han reconocido como el futuro mandatario. Es de suponerse que quienes han reconocido a Biden lo han hecho con base en la información que han recibido de sus embajadas.

Las razones que planteó López Obrador para no reconocer, por ahora, a Biden tienen lógica en función de que una de las partes no reconoce el resultado. Viéndose seguramente en el espejo de lo que ha vivido y de manera poco ortodoxa y fuera de la lógica, optó por una singular “prudencia”, la cual en otros casos no se ha manifestado.

El desplante ha llamado la atención, porque no es tanto que se tenga que sumar a una especie de “cargada”, lo que pasa es que no termina por ser un buen argumento extrapolar las cosas a lo que vivió en 2006 por la sencilla razón de que son procesos que no tienen comparación alguna; cada país tiene sus reglas y queda claro que éstas se parecen poco o nada.

Como fuere, de manera inevitable el Presidente ha provocado un conjunto de especulaciones que por más que hayan salido sus defensores internos, la decisión que tomó no cayó nada bien entre los demócratas, como ya se vio entre algunos de ellos.

No dudamos que al final estos lances pasen a segundo plano, pero el hecho, a lo que hay que sumar la visita a Washington, ha metido un ruido evitable en la futura relación con los demócratas.

Entendiendo que López Obrador no se quiere meter en dificultades, particularmente con Trump, no se puede pasar por alto que la relación que ha establecido con su homólogo es en muchas áreas cuestionable. Soslayar el tema del muro, los migrantes y la infinidad de expresiones agresivas y discriminatorias sobre los mexicanos no ha tenido respuesta alguna desde Palacio Nacional.

Insistimos que es entendible que se haya querido tener una relación marcada por equilibrios y entendimientos, pero en función de lo que ha pasado en estos años, no hay muchos elementos y razones para hablar de manera tan insistente sobre el “respeto que ha tenido” el republicano hacia el país.

Conociendo el talante de López Obrador presumimos que en más de alguna ocasión no le quedó de otra que quedarse callado. No hay manera de olvidar las muchas expresiones que tuvo contra el empresario-presidente en sus tiempos de opositor, incluso como presidente electo, hasta hizo un libro sobre ello.

Teniendo México y EU una relación profundamente dependiente e intensa, suele suceder que hagan lo que hagan los políticos el trato bilateral se mantiene de manera consistente y sobre todo cercano.

El tiempo dirá si López Obrador hizo bien en apelar a la “prudencia”, lo que salió sobrando por más que sea una página negra electoral en México fue lo del 2006. Dice que no olvida, pero que no es rencoroso, dejémoslo en los terrenos de la definición que hace de él mismo.

RESQUICIOS

La cancelación de algunas cadenas de televisión privada de EU de la transmisión del discurso de Trump fue un hecho cuestionable, bien pudieron después del acto leerle la cartilla. Imagínese cuántas transmisiones podrían ser canceladas por circunstancias de esta naturaleza.