Alianzas de partidos

ELUCIDACIONES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Las alianzas de partidos dan para todo tipo de especulaciones. Hay quienes las apoyan, quienes las critican, y a quienes les resultan indiferentes. Al Presidente Andrés Manuel López Obrador le incomoda la alianza entre PAN, PRI y PRD, pero le satisface la de Morena, PT y PV. Da la impresión de que sólo se valida desde el poder lo que consideran está bien hecho y descalifican las que estorban.

Algo semejante sucede en los partidos que promueven las coaliciones electorales. Algunos militantes panistas, priistas, perredistas han decidido sólo ser observadores por lo que consideran una unión de intereses que consideran antinatural. Lo mismo se aprecia en la izquierda que no es izquierda entre Morena y PT. Caso distinto del Verde, que es lo que haya que ser mientras la alianza les beneficie.

Las alianzas parecen signos de estos tiempos en que los partidos, renunciando a sus principios, apuestan por desplazar o afirmar las mayorías, ya que en éstas se sustenta la posibilidad de lograr el acomodo y la posibilidad de equilibrio. La batalla ahora va a residir en el mejor programa y las políticas adecuadas para cada lugar, en que se eligen a los representantes, los electores verán más que una alianza, verán a quienes representan esa alianza y la oferta. Hoy pueden observar y atender lo que pasa en lugares cercanos, en gobiernos que ya se han elegido con un proyecto y con el otro, sino en evitar que gane el otro. Más que una contienda política parece un partido de futbol en la primaria.

Con todo, las alianzas ya se han hecho y sobre ellas se planearán las estrategias de campaña para seis estados, lo que prefigura una prueba para el 23 y el postgrado del 24. Dos choques de trenes. Se echa en falta saber cómo se dispondrán dentro de las alianzas los programas de los candidatos, pero al final son éstos, los ciudadanos sin partido y sin preferencia definida, los que harán la gran diferencia. Es tiempo de poner en la mesa la oportunidad para los que aspiran a más, contra los que se quedan con lo que les dan.

Llama la atención que las propuestas tendrán que sumar lo que piensa cada partido, si es que se consideran las plataformas cuando la democracia se juega a partir de los mejores programas. Omitir este hecho fundamental, revelaría la decadencia de la democracia mexicana. Quizá sea el momento de los ciudadanos y el compromiso de los partidos con la sociedad.

Lo significativo es ganar y ganar de la mano de los ciudadanos. No es sólo pragmatismo, es también un claro aviso de lo que representa la sociedad para los partidos políticos.

Las alianzas son sólo alianzas, pero mal entendidas o establecidas pueden tener efectos desastrosos para los partidos coaligados. Sigue siendo prueba y fortaleza si logran eficiencia y buenos gobiernos.

No son ningún misterio las causas de su inoperancia. Sin embargo, además del pragmatismo, sería conveniente que mostraran programas ajustados a las necesidades de los ciudadanos. Lo importante son los mexicanos, sus condiciones de vida, sus circunstancias, sus necesidades. Prescindir de lo relevante no es opción. Las alianzas deben servir para algo más allá de los intereses de la clase política. Ese algo más, justifica la democracia.