Jorge Camacho

Las niñas

ELUCIDACIONES

Jorge Camacho *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Jorge Camacho 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Después de que salieran informaciones que denunciaban la venta de niñas por parte de sus padres en distintas localidades, el Presidente afirmó durante una gira en Guerrero que no estaba en la entidad para ver ese asunto. Y refirió que ésa no era la regla, porque en las comunidades hay muchos valores culturales, morales y espirituales: “Eso puede ser la excepción, pero no es la regla”.

Excepcional o no, la realidad es que actualmente jóvenes, son vendidas por determinadas cantidades con objeto de que contraigan matrimonio o sean adoptadas como esclavas sexuales. También son entregadas por sus padres a cambio de un monto.

La venta de seres humanos está proscrita por la Organización de las Naciones Unidas, es un precepto que no puede ser desatendido pues ello implica violarlo. La vida de una sola mujer no puede ser indiferente a nadie. Y nada puede ser más prioritario que la vida de las personas.

Por motivos humanitarios, antes se ordenó la liberación de Ovidio Guzmán. Por los mismos motivos se puede reprobar la venta de las menores de edad, sobre todo por el hecho de que es vigente y se sigue respaldando por unos usos y costumbres que atentan directamente contra la dignidad de las personas.

La venta de mujeres menores de edad en municipios de Guerrero, Oaxaca y Chiapas debería ser un asunto a atender de manera prioritaria. Omitirlo no es opción. Datos oficiales indican, por ejemplo, que 68 por ciento de mujeres indígenas contrajo matrimonio entre los 9 y 19 años. Por eso, la tasación de niñas no sólo es importante, en estos momentos es absolutamente relevante.

Las circunstancias exigen la intervención inmediata de la autoridad. Restarle importancia podría ser considerado por unos como una omisión y por otros como una complicidad. Este problema viola todos los derechos de la niñez e invisibilizarlo no lo soluciona, al contrario, lo agrava. Supone no enfrentar uno de los problemas más serios del Estado mexicano.

Ampararse en los usos y costumbres no implica que éstos estén bien en lo relativo a este asunto. La vida es lo más importante de una persona y es prioridad del Estado asegurarla. Es su obligación propiciar que sus ciudadanos decidan sobre su propia existencia, que la construyan como quieran. Sin libertad no hay ciudadanos. Los mismos derechos tienen las niñas de la Ciudad de México que las niñas de la sierra de Oaxaca.

Una imagen de desatención se puede acumular con las quejas sobre los feminicidios, constantes en marchas de las mujeres, pero también en espacios académicos y ciudadanos e implicaría además no dar una solución de altura a sus reclamos. Un mensaje de permisividad hacia la venta de las niñas es un mensaje de vacío respecto de las prioridades, entre las que debe estar la vida de éstas.