Josefina Vázquez Mota

Don Luis H. Álvarez

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota
Josefina Vázquez Mota
Por:

Don Luis H. Álvarez, mi gran héroe del PAN

En estos 81 años de vida del Partido Acción Nacional (PAN), innumerables son las contribuciones de mujeres y hombres para lograr en México avances históricos en la defensa y promoción de las libertades, del respeto a la dignidad humana, de los valores fundamentales, de la democracia, de las luchas por la paridad y la participación de las mujeres en la vida política y en cualquier otro ámbito, por mencionar algunas batallas.

Historias de lucha y heroicas hilvanan la vida del PAN en ocho décadas. Historias de mujeres y hombres que tuvieron el coraje de defender convicciones y principios ante un régimen autoritario que llevó a algunos a pagar con su vida el valor de no callarse.

Justo en el 81 aniversario quiero honrar de manera particular a Don Luis H. Álvarez, porque no quiero que su legado sea jamás olvidado, ni su ejemplo de grandeza, humildad e inclusión.

Tuve el gran privilegio de conocerlo fuera de la vida del partido. Conversar con él era un deleite, pues en su tono de voz suave, elegante y educado había una fuerza y pasión extraordinaria.

Cuando le pregunté sobre su huelga de hambre por 41 días en el Parque Lerdo, en Chihuahua, para defender la gubernatura entonces ganada por el PAN, con una luminosa sonrisa me respondió: “mire, usted Josefina, la verdad no tuve mérito alguno porque solamente me dio hambre el primer día y los siguientes 40 ya no me dio ni hambre ni sed, entonces lo que hice fue un esfuerzo menor”.

En una de tantas giras de trabajo pasamos frente a una sencilla vivienda, suspiró profundo y dijo: “Aquí vivía mi amigo Heberto Castillo, nunca le voy a perdonar que se haya ido antes que yo porque lo extraño mucho. Fue un hombre ejemplar”.

Acompañarlo a recibir las instalaciones militares en el municipio Guadalupe Tepeyac, en Chiapas, fue toda una experiencia. Su incansable trabajo en esas tierras lo llevó a ser reconocido por el Congreso local como “Ciudadano Distinguido”.

Me contó con gran detalle sus esfuerzos, el orgullo, el cariño, el respeto, y lo que le significaban las comunidades indígenas.

Ese día a medianoche miembros del Ejército cantaron por última vez con solemnidad y respeto el Himno Nacional en ese cuartel militar y, con extremo cuidado, bajaron la bandera de México para retirarse y no volver. Con ellos se fue una parte de una historia que duró más de dos mil días.

Había inquietud entre los presentes, la luz se apagó y tocaron la puerta, pero Don Luis, con absoluta tranquilidad y confianza, recibió a quienes lo buscaban y comenzó a dialogar.

Siempre leal, ejemplo de humildad, de espíritu invencible, honesto y sabio. El primero en dar un paso al frente sin protagonismos ni aspavientos. Mi mayor héroe en la construcción de la paz, en la defensa de las libertades, de la pluralidad y de la lucha por la democracia.

Recibió la credencial del PAN casi 20 años después de participar en el partido y de haber enfrentado duras batallas. Él es el mejor ejemplo de que una credencial no hace un militante y menos a un demócrata.

Gracias, Don Luis, gracias por escribir con letras de oro estos 81 años de Acción Nacional.