Noche de fuego

SIN MIEDO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hace unos días vi la película mexicana Noche de fuego, un largometraje que retrata la historia de tres adolescentes en una región de nuestro país, sus vidas, su amistad, sus sueños y sus temores.

Una película que nos muestra realidades dolorosas, ésas de las que poco se habla, de las que están en la invisibilidad, pero que existen.

Esta película, que representa a México en los Premios Oscar y buscará la nominación a Mejor Película Internacional, producida por Tatiana Huezo, y basaba en el libro Prayers for the Stolen, de la escritora Jennifer Clement, explora el secuestro y prostitución de niñas y jovencitas a manos de los cárteles en nuestro país.

Y es que en nuestras comunidades indígenas no sólo se vive la pobreza, la falta de educación y salud digna; sino también, la compra de niñas para casarlas sin su consentimiento; el desplazamiento forzado; el trabajo infantil; la migración; y ahora, el robo de las adolescentes por parte de la delincuencia.

Ser mujer adolescente en algunas regiones de México se ha convertido en un terror, porque si bien en las películas hay ficción, también hay realidad, y creo yo que en Noche de Fuego hay mucho de lo segundo.

Mujeres adolescentes que no pueden vivir como tales, que tienen que ocultar su cuerpo, que tienen que ser físicamente vistas como varones, que tienen que esconderse para que el crimen organizado no las rapte.

Noche de fuego es un retrato de la violencia que acecha a nuestros pueblos indígenas por parte del crimen organizado. Una violencia que les ha arrebatado a nuestras adolescentes todos sus derechos; a la salud, educación, a ser felices, a vivir con paz, a crecer, a soñar, a su hogar y a su familia.

Hace un año la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), informó que el número de niños y niñas entre las víctimas de trata se ha triplicado en los últimos 15 años en el mundo.

El Informe Global sobre la Trata de Personas afirma que las niñas son tratadas principalmente con fines de explotación sexual, mientras que los niños son utilizados para trabajos forzados.

En México, de acuerdo con cifras de organizaciones civiles como El Pozo Azul y A21, se estima que alrededor de 260 mil niños, niñas y adolescentes son víctimas de trata de personas por medio de explotación sexual, mendicidad y trabajos forzados.

La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez, ha dicho que durante la pandemia por Covid-19, la trata de menores en el país ha aumentado, así como la cooptación de niñas, niños y adolescentes por parte de la delincuencia organizada en muchas ciudades del país.

Noche de Fuego no sólo es el reflejo de estas cifras que en realidad son historias de niñas, niños y adolescentes que viven atemorizados por el crimen organizado; Noche de Fuego es también una llamada de atención al Estado, un grito desesperado de nuestra niñez y adolescencia pidiendo una vida mejor, una vida sin miedo.