Abrir a lo Texas

EL ESPEJO

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Por:

A pesar de que el coronavirus llegó a Estados Unidos en enero, poco más de un mes antes del primer caso confirmado en México, la semana pasada tuvieron el punto más alto de nuevos contagiados de toda la pandemia: el jueves 25 de junio se reportaron más de 40 mil nuevos infectados por el virus, superando el récord de 36 mil 400 casos adicionales, el 24 de abril. Con esto, han llegado a más de 2.5 millones de contagiados y 125 mil muertos, el primer lugar mundial en tragedias.

Resulta revelador observar cómo ha sido el avance de la enfermedad entre los diversos estados, pues el crecimiento acelerado en los contagios y enfermedades ya no está liderado por quienes fueron el primer punto de explosión y epicentro de la pandemia y que aplanaron su curva, como Nueva York o Nueva Jersey, sino que ahora se ha trasladado al sur. El mismo día en que Estados Unidos alcanzó el récord de nuevos contagiados, Texas y Florida también reportaron sus puntos más altos de toda la pandemia: 5 mil 996 y 9 mil 942 nuevos casos en un solo día, respectivamente.

Y esto tiene una explicación muy clara: los estados que hoy están teniendo una explosión descontrolada de los casos son aquellos que abrieron prematuramente y en los que las acciones del gobierno fueron erráticas. En una carrera por regresar a la normalidad sin tomar las debidas precauciones, hoy los gobernadores de ambas entidades han tenido que aplicar el freno de mano para tratar de revertir el regreso masivo a una falsa normalidad y detener una curva de contagios y fallecidos que ha vuelto a crecer sin control. Varios hospitales de Houston, por ejemplo, han reportado que se encuentran a 97 por ciento de capacidad en sus unidades de cuidados intensivos, por lo que están al borde del colapso.

Texas aplicó medidas de distanciamiento social a partir del 2 de abril, ordenando el cierre de múltiples espacios de convivencia masiva, pero con un mensaje mixto en el que dijeron al principio que no se ordenaba a los ciudadanos a permanecer en sus casas, sino que sólo se limitaban las actividades y servicios no esenciales. Esta actitud mucho tiene que ver con la idiosincrasia texana, siempre renuente a la intervención del gobierno en la vida personal de sus habitantes, lo que llevó a que la orden ejecutiva del gobernador no pudiera extenderse más allá del 28 de abril. Texas tuvo uno de los confinamientos más cortos de todo el país.

Durante mayo y junio comenzó un proceso de retirada gradual de las medidas, por lo que restaurantes, cines, tiendas, museos y muchos otros espacios volvieron a abrir sus puertas con ciertas restricciones. Y durante algunas semanas, la preocupación por el coronavirus comenzó a desvanecerse, en parte porque su curva parecía haberse controlado, en parte por la atención a otros temas como las protestas masivas, pero esto no fue más que un espejismo. Las últimas semanas de junio el virus regresó, con más muertos y contagiados que antes. Las consecuencias de una apertura apresurada necesariamente acaban pasando la factura, una que se paga con vidas.