La respuesta desproporcionada de Israel

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez GonzálezLa Razón de México
Por:

A pesar de tener profundas raíces históricas, el conflicto entre Israel y Palestina que actualmente está sucediendo es inexorablemente contemporáneo. No se trata de una disputa con orígenes bíblicos ni milenarios, pues responde a las acciones posteriores a la creación del Estado de Israel a mediados del siglo XX, a su incesante política de ocupación y avance en el territorio palestino, así como a las tensiones que ha creado la profunda asimetría de poder entre estas dos poblaciones.

En el repartimiento de culpas sobre el detonante de la actual escalada de violencia, es fácil tratar de defender a ultranza a cualquiera de las partes e intentar justificar a uno de los bandos involucrados. Sin duda existen acciones en ambos frentes que pueden identificarse como el origen de esta situación. Desde la provocación israelí para limitar el acceso a mezquitas y a la manifestación de los musulmanes justo en el momento más sagrado del año para ellos, el Ramadán; la respuesta violenta de los palestinos ante las fuerzas del orden lanzando piedras; el aceleramiento de la política de desalojo de familias palestinas para entregar las tierras a israelíes que siguen avanzando dentro del Banco Occidental; la amenaza de Hamas de represalias ante las provocaciones israelíes y su posterior cumplimiento con un lanzamiento masivo de cohetes (mayormente interceptados por el sistema de defensa aérea conocido como la Cúpula de Hierro); hasta el enorme despliegue militar israelí, tanto por aire como por tierra, para atacar objetivos en el oriente y en la Franja de Gaza.

Pero algo que debe señalarse es que las acciones de cada bando han tenido consecuencias diametralmente diferentes. Mientras que la respuesta bélica de Hamas, así como las revueltas por parte de los palestinos, ha provocado la muerte de 8 israelíes, los ataques de Israel en territorio palestino han ocasionado la muerte de al menos 188 personas, entre las que destaca que 33 mujeres y 55 niños han sido asesinados. Y esto sin lugar a dudas es responsabilidad de la increíble asimetría de poderes entre ambas partes, pues por más que existan justificaciones cruzadas, no es equivalente el nivel de amenaza que Palestina puede presentar para Israel que al revés.

El territorio de Gaza, por ejemplo, con sus 385 kilómetros cuadrados, es casi del tamaño de las alcaldías Milpa Alta y Xochimilco, pero agrupa a una población de casi 2 millones de personas que, además, viven en unas condiciones bastante complicadas de precariedad. Así, los ataques aéreos en los que supuestamente se busca eliminar a objetivos militares necesariamente están asesinando a población civil inocente. Y en este caso, el Estado de Israel posee una responsabilidad por el uso desproporcionado de su poderío militar. Por más justificaciones que existan de su lado para “defenderse” de la amenaza palestina, su papel no puede ser el de víctimas y su responsabilidad en conducir un proceso de pacificación es mayor. Sin duda, los ataques de Hamas obligan a que Israel tenga que defenderse, pero pasar de la acción justificada a la acción desproporcionada es intolerable. La paz debe restablecerse y todas las partes deben hacer algo al respecto.