Montserrat Salomón

Desolación venezolana

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
Por:

Nicolás Maduro tiene mucho que agradecer a los problemas globales que llegan a arrebatar los titulares y a darle aire a su gobierno decadente. Ha pasado demasiado tiempo desde que Juan Guaidó calentó las aguas, al grado de hacer al mundo cuestionarse sobre la legitimidad de una intervención en Venezuela para derrocar al chavismo. 

Ocurrencias de Trump, elecciones, guerras y una pandemia, todo jugó en contra para calmar las aguas y dejar al país en el limbo de una tragedia que ya no es mediática; en una crisis que se ha vuelto habitual y poco interesante.

Cuando uno ve los números resulta increíble cómo ha logrado sobrevivir el pueblo venezolano. De ser un país poderoso en los noventa con la reserva petrolera más grande y la empresa estatal petrolera siendo la segunda más poderosa del mundo, la economía del país se ha venido en picada dejando a los ciudadanos con una inflación difícil de creer y un éxodo de ricos y pobres para escapar del caos y la pobreza.

En quince años Venezuela se hundió. Una misma generación fue testigo de la bonanza y de la desesperación. Lo que ya no parece tan cierto es si esta misma generación verá el final del chavismo y, esperemos, el inicio de la recuperación económica, política y social. Fueron pocos años los que se necesitó para quebrar una nación, la reconstrucción tardará décadas.

Venezuela aún cuenta con grandes reservas de petróleo; sin embargo, los tiempos han cambiado y no bastará con apostarle a la empresa estatal para rescatar a un gobierno que aprovechó sus dividendos para lanzar programas sociales con fines electorales y que se mantuvo en el poder diezmando a la clase empresarial, cavando su propia tumba económica. Por supuesto, el chavismo no reconocerá que fueron sus propios malos manejos los responsables de esta crisis. No, siempre son infiltrados, traidores al régimen, los que han destrozado la industria y amenazado el futuro del país. La autocrítica no cabe en los gobiernos autoritarios.

Más del 95% de las divisas del país está ligada a las exportaciones de petróleo. Con la estatal petrolera produciendo menos que hace dos décadas y con el empuje mundial hacia tecnologías limpias, Venezuela se hunde en el pasado. Maduro tendría que ser un genio estadista para salir de este dilema. Reactivar la petrolera para invertir en nuevas energías y rescatar la industria venezolana. Parece una misión imposible para un mandatario rodeado de su propia corrupción, sin alianzas al exterior y sin el apoyo de sus empresarios.

¿Qué quedará de Venezuela cuando Maduro se haya ido? La ventana de recuperación está ahí, pero es estrecha y difícil de alcanzar. Venezuela no figura, se desliza fuera del tablero de las conciencias; se hunde ahogada en corrupción y villanía.