Montserrat Salomón

Navidad bajo la lupa

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
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Al acercarse las fiestas de Navidad y fin de año los encargados de velar por la no propagación del Covid-19 tiemblan ante los eventos multitudinarios, los viajes y las fiestas familiares que se multiplican por todo el mundo. La posibilidad de acelerar la ya fuerte segunda ola de contagios y llevarla a niveles catastróficos es real y preocupante. Ante esto, contrastan las medidas tomadas por los gobiernos ante la crisis. Desde las duras restricciones en algunos países de Europa a la terca necedad de ignorar la pandemia en Estados Unidos, decisiones que impactan la transmisión, las hospitalizaciones, la economía y las vidas perdidas.

Es un momento difícil para ser un jefe de Estado. Aumentar las restricciones de movilidad y cerrar la economía está dejando a muchas familias en una situación desesperada; no hacerlo está colapsando los hospitales y aumentando los índices de mortalidad del virus. La humanidad está entre la espada y la pared. La llegada de las vacunas abre un rayo de luz en el horizonte.

En este escenario aparece una nueva cepa del coronavirus en el Reino Unido. Una variante que parece ser mucho más contagiosa y de la que aún se sabe poco en cuanto a su capacidad de matar y resistencia a las vacunas. Ante esto, el Reino Unido ha endurecido sus medidas de aislamiento social, mientras varios países suspenden los puentes aéreos con la región. El temor a la conjunción del recrudecimiento de una segunda ola en las fiestas decembrinas sumada a la propagación de una cepa más infecciosa no es poca cosa.

Los virus mutan. Entre más personas contagien, más probabilidades de mutar tienen. Al mutar, las vacunas pueden perder su efectividad y regresarnos al principio de la pandemia, retrasando el fin de este periplo por meses sin término. Es importante tanto contener esta nueva cepa como evitar que los contagios sigan escalando. Sin embargo, hay países que parecen no entender el mensaje.

Suecia, por ejemplo, optó por no imponer restricciones, sólo recomendarlas, y buscar la inmunidad de rebaño. Hoy, sus funcionarios aceptan que cometieron un error y que su índice de mortalidad es lamentable. Hay países que, sin tanta intencionalidad, tampoco han planteado restricciones y están inmersos en una pesadilla sanitaria. Es el caso de Estados Unidos, actual foco de la pandemia, cuyo gobierno sigue ensimismado en la transición del Ejecutivo en lugar de abocarse a la tragedia humana que recorre sus calles.

Lo peor que podría suceder es una mutación del virus que dejara inoperantes las vacunas logradas en tiempo récord. Es imperativo desacelerar los contagios. Esperemos que, aunque las autoridades no se impongan, los ciudadanos entendamos que lo que hay que hacer es no hacer nada. Quedarnos en casa.