Montserrat Salomón

Uribe ante la historia

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
Por:

Álvaro Uribe, expresidente de Colombia, está bajo arresto domiciliario porque la Corte Suprema considera que puede estar presionando a testigos en el caso en su contra por la creación de grupos paramilitares en Colombia.

Uribe, cabeza del partido Centro Democrático y mentor del actual presidente Iván Duque, es el personaje más influyente en la política colombiana de los últimos años. Tanto así que actualmente los políticos definen su línea siendo uribistas o antiuribistas. Uribe fue la mano dura contra el narcotráfico durante su mandato en la primera década del 2000. Logró bajar de forma importante las cifras de secuestros y asesinatos, mejoró la inversión y la tasa de desempleo, y logró el debilitamiento de las guerrillas que azotaban a su país. Sin embargo, se le asoció con la formación y operación de grupos paramilitares responsables de masacres y violaciones a los Derechos Humanos.

Uribe es el artífice de la orientación liberal que ha seguido la política exterior colombiana y del manejo económico que situó al país en buenos números en los últimos años. También fue el principal promotor del “No” en el plebiscito que buscaba la paz con las guerrillas en Colombia por considerar que no se podía olvidar los crímenes de la guerrilla y que se necesitaba que pagaran por ellos. El “No” ganó por un estrecho margen dividiendo más las opiniones en torno a su persona.

Hoy enfrenta a la justicia para responder por sus actos. La Corte Suprema ha dado un paso valiente al enfrentarse a uno de los políticos más poderosos del país que ahora busca arremeter contra ella restándole poder.

Uribe tiene fama de haber sido un gobernante autoritario. Reformó la constitución para conseguir la reelección y buscó un tercer mandato, pero se estrelló contra el poder judicial. Ahora, nuevamente se enfrenta a las cortes en una muestra esperanzadora de que aún existen los equilibrios del poder en Colombia que garantizan el Estado de derecho, algo francamente raro en Latinoamérica.

El trabajo que realizó Uribe fue admirable, pero nadie tiene esos resultados de la nada. El exmandatario se regía bajo la premisa de que el fin justifica los medios y esto es lo que está en el fondo de la acusación del Supremo. Su caso, al igual que en aquel plebiscito del acuerdo de paz con las guerrillas, divide la opinión pública entre los pragmáticos que ven en él a alguien que hizo “lo que era necesario” para acabar con los enemigos de Colombia y aquellos que aún creen que no se puede responder al mal con otro mal. Es una cuestión ética, es una cuestión de principios. Si consideramos que los Derechos Humanos son inviolables y que en toda democracia debe primar el Estado de derecho, Uribe tendrá que responder ante la justicia por sus acciones.