Rafael Solano

El ocaso de una generación política

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Solano 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En el ocaso de una etapa uno de los reproches más comunes son los sueños que quedaron por cumplir y las decisiones mal tomadas (Bronnie Ware, escritora y enfermera de casos terminales). Es el retrato de lo que hoy vivimos en la política mexicana con el presidente López Obrador, que no representa el inicio de algo, en cambio representa el ocaso de una generación política. Más allá de la propaganda gubernamental, en realidad en México si hay una cuarta época: la transición democrática.

Un proceso histórico que inició con la reforma política del 77, que a través de negociaciones entre las fuerzas políticas logró el cambio económico, la ciudadanización del IFE, que concluyó entre el 96 y 97 para dar paso a la alternancia pacífica del partido único (hegemónico) a la pluralidad de partidos.

De ahí surgieron quienes fueron los grandes personajes de la política hasta 2018. Aquellos jóvenes activistas que en el 88 exigían democracia, que tocaron las puertas del poder en el final del milenio pasado y que con el paso del tiempo se convirtieron en los líderes del México de la alternancia.

Como todo en la vida, la generación de políticos de nuestra transición y alternancia, que corresponde a aquella de los boomers y la posguerra, ha entrado en un ocaso; hoy representan el 23% de la cámara de diputados (Visión Legislativa). En la legislatura pasada representaban el 40% (Tellez y Barcena, Nexos). En contraste la generación millenial y Z, que en 2018 representaban el 10%, hoy representa el 29%. En medio se encuentra la generación X, que representa un poderoso 48%.

Para esta generación política de la transición y la alternancia viene la escritura de su historia. Su mayor legado será, sin duda, la democracia electoral y los cambios pacíficos del poder, que han permitido gobernar a los tres grandes polos de la política contemporánea. Cuando comenzaron a tomar las riendas, ya en los 90´s, éramos una nación de 80 millones de personas, rumbo al próximo sexenio, seremos 140 millones; éramos un país esencialmente bipartidista y hoy tenemos un sistema multipartidista que camina hacia una mayor fragmentación política; éramos también un país desconectado y analógico que se podía medir en bytes, hoy somos un país conectado con el mundo y cada vez más digital que se mide en Zettabytes (1,000,000,000,000,000,000,000 bytes).

Es cierto, hay un fuerte cuestionamiento hacia los resultados de la transición y alternancia democráticas en seguridad, economía, desigualdad, justicia, etc. Los sueños sin cumplir y las decisiones mal tomadas llevaron a México al borde del regreso al régimen autoritario en 2021, sin embargo, los mexicanos salieron a apostar nuevamente por el régimen democrático. Es mucho lo que habrá que reflexionar de estos últimos años.

Será entonces a una nueva generación política a quienes les tocará reflexionar que la democracia es algo que nunca se perfeccionará, que hay que evitar romantizarla, que no es destino final, sino proceso para resolver problemas y que se puede perder tras malas decisiones. Que no puede haber democracia liberal, si no hay partidos democráticos, mejores condiciones de vida y sobre todo acceso para todas y todos.

La nueva generación tendrá que ampliar su conceptualización democrática, porque no son solo elecciones, es gobierno y es calidad en lo cotidiano: en leyes justas, en la responsabilidad electoral, en las instituciones, en la participación, en la competencia, en las libertades, en la igualdad y en la respuesta a la gente. Este sexenio representa el ocaso de una generación que asumió el poder entre 1997 y 2000; el siguiente, representará el arribo de una nueva a la toma de decisiones, que, en su momento, al igual que esta, tendrá que responder por sus sueños sin cumplir y sus decisiones.